La semana pasada comentaba que hay relojes que despiertan mucho interés entre compradores y coleccionistas, uno de ellos es el Rolex Cosmograph Daytona.
El Rolex Cosmograph se fabricó durante la Segunda Guerra Mundial sin mucho éxito y fue hasta 1963 cuando Rolex saca el modelo 6239 que se conocería como el Daytona; se hicieron cerca de 14,000, suspendiendo su producción a mediados de los años setenta.
Rolex en esa época fabrica 2,000 ó 3,000 Daytona a los que les llama "Exóticos" y consisten en tener tres colores: negro, blanco y rojo, relojes que fueron rechazados por los fanáticos de Rolex. Fue en la misma época que la actriz Joanne Woodward, esposa de Paul Newman, le compra de regalo a su marido en Tiffany el Daytona "Exótico" al que le manda grabar al reverso "Drive Carefully Me" (Maneja con cuidado Yo) con pulso de acero que Newman, más adelante, cambiaría por uno muy grueso, de piel color negra y que aparecería en muchas de las fotografías que harían icónico al Daytona al que se le empezaría a conocer como el Daytona Paul Newman.
La historia del Daytona Paul Newman de Paul Newman
Durante muchos años, en los círculos de coleccionistas se especulaba sobre si realmente existía el Daytona Paul Newman de Paul Newman. A continuación platico la historia escrita por Michael Clerizo en junio del 2017.
Nos vamos hasta el año de 1978 y tenemos a un muchacho de 13 años llamado James Cox quien, al finalizar el verano, va con su Papá Ed a una carrera de autos en el circuito de Lime Rock Park en el estado de Connecticut.
James está estrenando su cámara, un regalo que su padre le acaba de hacer y se dedica a tomar fotografías de los autos pasando en las curvas del circuito, de los espectadores y de los autos y pilotos en pits. Tomando fotografías llega a un lugar que estaba acordonado y ve a un piloto bañado en sudor y completamente relajado vestido con un traje de piloto color azul. Previo a todo esto, James había escuchado al locutor del sonido local decir que daban la bienvenida al equipo del actor y corredor de autos Paul Newman. James se dio cuenta de que el piloto que estaba frente a él era ni más ni menos que Paul Newman, se acercó, Newman le guiñó el ojo y le indicó que se pasara por debajo de las cuerdas para que pudiera tomar la fotografía más de cerca. El muchacho fue exactamente lo que hizo y tomó la fotografía del actor en su traje de piloto azul.
De regreso a Larchmont, Nueva York donde la familia Cox vivía, la fotografía de Newman estuvo adornando el refrigerador de la casa hasta que esta se perdió.
Pasan cinco años y nos encontramos nuevamente con James Cox ya de 18 ó 19 años de edad que llega a estudiar al College of the Atlantic en Bar Harbor en Maine, desempaca sus cosas y al salir de su dormitorio ve cómo un Nissan Stanza llega al estacionamiento del colegio a gran velocidad, derrapándose al parar con el freno de mano y estacionándose; del auto se baja una rubia en jeans muy ajustados y camisa a cuadros, cargando un six pack de cervezas St. Pauli Girl, desde ese momento comenta James Cox que la rubia lo
volteó a ver con esa mirada... "diciendo qué estas mirando muchacho e inmediatamente me encantó la muchacha".
La rubia del Nissan Stanza se llama Nell Potts y el joven Cox tardó unos días en que Nell le hiciera caso. Empezaron a salir y unas semanas más tarde, invitados a una cena junto con otros estudiantes, Nell lleva una botella de Newman's Own, la marca de aderezo para ensaladas que Paul Newman vendía y cuyo dinero recaudado se usaba para obras de caridad. Al mirar la botella en la cena, James comenta... "conocí a Paul Newman cuando era más joven y le tomé una fotografía en una pista de carreras, era una muy buena persona..." Al estar platicando la historia, todos en la cena empezaron a reírse entre dientes, en ese momento James comprendió la verdad, Nell Potts, como todos los demás ya sabían, en realidad era Nell Newman, la hija mayor de Paul Newman y Joanne Woodward.
El desconocimiento de James ayudó para que la amistad siguiera con Nell pues él andaba con ella por lo que era y no por sus padres. Así llegan las vacaciones y James vive en casa de los Newman en Westport, Connecticut; es el verano de 1984 y James ayuda a reparar una casa en el árbol donde los hijos jugaban de pequeños, Joanne Woodward meditaba y ella y Paul leían scripts de cine.
Un buen día, mientras reparaba la casa del árbol, Paul Newman le pregunta a James la hora y este le contesta que no sabe, “no tengo reloj” le dice. Newman se sorprende, le avienta su reloj y le comenta que es "bastante bueno y que si le da cuerda da bien la hora". Ese es el momento en el que Newman le da su Rolex Cosmograph Daytona, el Daytona Paul Newman de Paul Newman. James comenta que sabía que Rolex era una buena marca, pero que no tenía idea de lo que estaba recibiendo.
Nell y James, después de graduarse en 1987, se fueron a vivir a California; ella se convirtió en la Directora de Ventana Wilderness Sanctuary y él, con un préstamo de Paul Newman, empezó una compañía de nombre TerraPax que fabricaba bolsas y mochilas. En 1993 la pareja, que nunca se casó, partió cada quien por su lado.
Durante muchos años James usó el Rolex Daytona prácticamente a diario. Un buen día, en una feria de TerraPax, un hombre que casi no hablaba inglés le tocó la espalda y le dijo "Paul Newman Watch, Paul Newman Watch”. En ese momento James pensó: ¿cómo sabe este hombre que traigo el reloj de Paul Newman? Es cuando James empezó a investigar acerca del reloj.
Ahí supo que los entusiastas del Rolex Daytona con carátula “Exótica” le llamaban el Paul Newman y que se vendían por un precio más alto que los Daytona con otras carátulas y colores.
Así decidió que tenía que subastarlo y donar una parte a la fundación de Nell Newman formada en 2010, dos años después de que Newman muriera a los 83 años de cáncer en el pulmón. El abogado James Walsworth puso a James en contacto con Tom Peck, un coleccionista de relojes quien a su vez lo contactó con Aurel Bacs de Bacs and Russo, asociados con la casa de subastas Phillips en la que se subastaría el tan buscado PAUL NEWMAN DE PAUL NEWMAN.
Salió a subasta el 26 de octubre del 2017 y llegó a $15.5 millones de dólares de martillo ($17,752 millones de dólares con premios), muy por arriba del millón de dólares que pretendía la casa de subastas.
Historias como esta no hay tantas, románticas y con un final feliz, pero suceden y es grato contarlas.
Una nota, en la columna anterior sugerí que, si enviamos algún reloj a reparación, en caso de que vayan a sustituir alguna de sus partes, pidamos de vuelta las piezas que cambiaron. Un lector de esta columna comentó que no devuelven las piezas reemplazadas por política de las marcas, para evitar la venta en el mercado secundario. Agradezco mucho la observación.