En el lapso de una sola vida, desde el final de la Guerra Civil hasta el colapso del mercado de valores en 1929, la cultura estadounidense tal como la conocemos hoy, nació apodada “La época de oro” [The Gilded Age por Mark Twain en 1873, fue la época de un crecimiento tecnológico sin precedente]. Casi todo lo que damos por sentado en nuestra vida diaria fue una invención o convención de este fascinante momento en la historia de los Estados Unidos. Los capitanes de la industria y el comercio de la época de oro, se enriquecieron más allá de lo que la mayoría de nosotros podemos imaginar hoy. Considerando la magnitud del cambio que estos ciudadanos efectuaron y presenciaron, su creencia de que todo era posible a través de la ingenuidad americana y el trabajo duro es imposible.
Así da inicio la Guía ilustrada del Museo Flagler en Palm Beach, Florida, al que tuve oportunidad de ir en este tiempo de pandemia, comprando en línea el boleto de acceso, respetando los protocolos de sana distancia y portando el cubrebocas durante la visita. Henry Morrison Flagler (1830-1912), fundador de la petrolera Standard Oil, junto con John D. Rockefeller (1837-1939), que fuera la más importante en su campo, fue un industrial clave en el desarrollo de la costa atlántica de la Florida, en ese momento uno de los estados más pobres de los Estados Unidos, y gracias a él se convirtió en uno de los más prósperos de la Unión Americana.
Flagler tuvo tres esposas y con la primera, Mary Harkness (1833-1881), llega en 1878 a Jacksonville por prescripción médica esperando que el clima, el sol y el mar le ayudasen a que su consorte mejorase su problema pulmonar (tuberculosis). En efecto, se recuperó bastante, pero quiso volver a Nueva York donde estaba su residencia, falleciendo en 1881. El industrial, acaudalado y además viudo, reincide casándose en 1883 con Ida Alice Shrouds (1848-1930), pasando su luna de miel en St. Augustines. Durante esta estancia cobró conciencia del potencial turístico de la península de Florida, percatándose de las carencias en transportación y alojamiento. Decide invertir y en 1885 compra el Hotel Ponce de León* que remodelado podía albergar a más de 500 huéspedes; adquiere también la ruta ferroviaria Jacksonville-St. Augustines-Halifax, ampliando el ancho de vía para viajar en pullman desde Nueva York hasta Florida sin necesidad de transbordar; poco después compró otras líneas ferroviarias del norte del Estado, integrando una auténtica red de transportación regional, comprando y desarrollando varios hoteles en pequeños condados, mejorando en mucho la infraestructura de la península.
Su esposa Alice fue perdiendo la cabeza poco a poco hasta que fue declarada en 1899 legalmente incompetente. Flagler la interna en un psiquiátrico destinando un fondo a su nombre de un millón de dólares para lo que requirieran sus cuidados. En 1901 se divorcia para continuar con su vida. Ese mismo año, liberado de su responsabilidad matrimonial, vuelve a casarse, por aquello de que “la tercera es la vencida”, con Mary Lilly Kenan (1867-1917), a quien de regalo de bodas le obsequia la propiedad de Whitehall en Palm Beach con más de 10 mil metros cuadrados y 75 habitaciones, enclave donde se encuentra el museo en la actualidad. El New York Herald describió el presente como “la más maravillosa propiedad, superior a cualquier palacio de Europa, o vivienda en el mundo…”.
Los arquitectos John Merven Carrère (1858-1911) y Thomas Hastings** (1860-1929) se encargaron de proyectar y construir semejante obra; ambos egresaron de la École de Beaux Arts de París. De los interiores se encargaron Pottier & Stymus, diseñadores que decidieron fabricar y amueblar todo el interior de Whitehall en los estilos Luis XIV, Luis XV, Renacimiento italiano, en vez de comprar antigüedades europeas. El palacete se construyó en solo 18 meses gracias a lo último en tecnología: vigas de acero, cielos rasos y plafones de yeso prefabricados, dando la impresión de hecho a mano, además de incorporar comodidades como tubería interior, luz eléctrica, calefacción central (en el recorrido que hicimos se aprecian todavía los termostatos originales en las paredes), luz especial para el salón de fiestas, luz indirecta y luz focal para ciertas pinturas y esculturas. John Merven Carrère estaba convencido de las bondades pedagógicas de la arquitectura. Creía que “la cantidad de educación que un edificio puede diseminar es mucho más grande de lo que podemos imaginar”.
Los Flagler la utilizaban de enero a marzo de cada año, destinando a toda una tropa de sirvientes para que tuvieran todo listo y en su punto antes de su llegada. En 1913 al deceso de Flagler, Mary Lily hereda el inmueble, manteniéndolo cerrado y que ocupara en una única ocasión en 1917 cuando muere. A partir de entonces, su sobrina Mary Louise Clisby Wise (1897-1935) será su propietaria, vendiéndola en 1924 a un grupo inversionista que el primero de enero de 1925 dispone su reapertura como el Whitehall Club. Años más tarde le adosarán una torre de 11 pisos de hotel con 280 habitaciones. Operará hasta 1959 cuando el consorcio enfrenta graves problemas financieros, considerando incluso demolerlo, hasta que aparece Jean Flagler Matthews (1910-1979), nieta de Henry Flagler, quien fundó una asociación sin fines de lucro para transformar la casa en museo (1960). Para 1963 los 11 pisos de la torre que fuera añadida en 1925 fueron demolidos, recuperando la majestuosa vista panorámica del Lago Worth.
La visita al museo vale la pena especialmente por disfrutar los alrededores donde fue construida la mansión. La entrada y la fachada son espectaculares con sus columnas y jarrones de mármol, al igual que la puerta de bronce al salón de recepciones con una superficie superior a los 500 metros cuadrados, y un cielo raso que reproduce el mensaje al ingreso (pronaos) del oráculo de Apolo en Delfos: γνῶθι σεαυτόν: Nosce te ipsum: “Conócete a ti mismo”. Ya en el vestíbulo o recepción se aprecia un reloj rococó de palisandro y bronce de fines del siglo XIX, cuyo gabinete fuera hecho por François Linke (1855-1946), encontrándose en perfecto estado de funcionamiento, un cassone con escenas de una boda de los nobles toscanos Adimari y los retratos en cada extremo del salón: el de Henry Flagler, de cuerpo entero pintado en 1899 por Raymundo de Madrazo y Garreta (1841-1920); en el otro extremo también de cuerpo entero el de la nieta, Jean Flagler Matthews, quien recuperara y conservara tan valioso conjunto arquitectónico.
La visita no mostrará bienes culturales excepcionales. Flagler, a diferencia de otros magnates de su época que fueron importantísimos coleccionistas como Frick, Carnegie o su socio Rockefeller, no se distinguió por tener un buen ojo para la pintura y la escultura. De cualquier manera, la visita vale la pena y se puede apreciar su vagón privado en el pabellón Flagler Kenan, construido en 1886 por Jackson & Sharp de Wilmington, Delaware, equivalente contemporáneo de un jet particular de super-lujo, tipo Bombardier Global 7000 con valor estimado superior a los 72 millones de dólares.
*Llamado así en honor del expedicionario español de nombre de pila Juan, quien fuera el primer gobernador de Puerto Rico y que bautizara el lunes de Pascua de Resurrección de 1513 esos territorios meridionales como La Florida, también conocida como la Pascua Florida o la Península de Florida. Hasta 1845 adquirió la calidad de estado de la Unión, siendo el 22 en extensión y el 3 en población de los 50 que integran los Estados Unidos.
**Previo a independizarse colaboraron en el famoso despacho Charles Follen McKim (1847-1909), William Rutherford Mead (1846-1928) & Stanford White (1853-1906). Los dos eran adeptos del “estilo bellas artes” que popularizara la World’s Columbian Exposition (Chicago, 1892- 1893). Otros proyectos de estos arquitectos fueron la Biblioteca Pública de Nueva York (New York Public Library), el Senado y la Casa de Representantes, además de edificios de oficinas en Washington, D.C., el edificio de la Standard Oil y la casa de Henry Clay Frick (1843-1919) convertida en los años treinta en uno de los museos más importantes del mundo.