Hace un par de años comí con mi hijo Andrés y Héctor Hachmeister en Casa Merlos, establecimiento fundado en 1970 dedicado a preservar la cocina poblana del siglo XVIII. Héctor es cliente y amigo nuestro, especialista en numismática mexicana.

Hachmeister se dedicó más de tres décadas al comercio de monedas antiguas, esto lo hizo viajar por todo el mundo persiguiendo macuquinas, Carlos & Juana de un cuarto, medio, uno, dos y tres reales*. En su búsqueda vivió notables aventuras, las que evoca con pasión; siendo tan notable conversador que, en ocasiones, lo tenemos que interrumpir para que guarde silencio, y coma sin que se le enfríe el platillo. Como decimos popularmente “se pica” platicando cada anécdota.

Ese día en Casa Merlos ordenamos chalupas, mole, totopostes**, arroz rojo, todo acompañado de tequilas, cervezas y la charla de Héctor, quien nos convidó una estancia en Vietnam rastreando esos metales acuñados en forma de disco que nos hipnotizan.

Cuento Negro (2)
Cuento Negro (2)

La plática continuó y en un santiamén olvidó la calderilla para ocuparse de la Carrera Panamericana. El padre de nuestro interlocutor, Enrique Hachmeister, participó en la primera edición (1950) a bordo de un Oldsmobile en el que se estrelló y murió. Tan trágico accidente fue la primera fatalidad de esa famosa corrida y ocurrió cuando Héctor apenas contaba con cinco años de edad.

Terminamos de comer y salimos los tres del restaurante rumbo a mi casa para revisar unos libros. Llegando nos dirigimos a la biblioteca, la conversación saltaba de un tema a otro. Ya revisando los volúmenes recordé que había comprado en una librería de viejo un ejemplar sobre dicha competencia. Fui a buscarlo y se lo mostré a Hachmeister quien lo empezó a hojear, por un momento se quedó muy serio viendo una página y balbuceó que su papá no se impactó en un Oldsmobile sino en un Lincoln… [la base de datos Motorsport Memorial lo identifica así con número 112: http://www.motorsportmemorial.org/focus.php?db=ct&n=3223]. No entendimos, entonces, el comentario.

Supimos a qué se refería cuando nos mostró la imagen del libro que señalaba: “la única fatalidad de la carrera de 1950 ocurrió a 19 millas de Ciudad Juárez cuando Enrique Hachmeister chocó después de perder el control de su Lincoln 1949 en un paso a desnivel”. La fotografía en blanco y negro tomada por Jack Cansler muestra el vehículo desde la parte trasera rodeado por una treintena de curiosos, se ve el techo con un gran golpe, la cajuela semiabierta con la palabra “Guatemala” escrita en letras blancas y la puerta trasera del lado derecho abierta y en la que se lee “República de Guatemala”. En efecto su padre, ciudadano de esa nación hermana, corría patrocinado por ese gobierno centroamericano.

Cuento Negro (2)
Cuento Negro (2)

Coincidencias de la vida, la conversación en Casa Merlos acerca de la Carrera Panamericana y el que yo hubiera comprado el libro unos días antes hizo que Héctor se enterara con más detalle de la muerte de su progenitor y no sólo eso sino observar las imágenes del siniestro. Hace unos días que nos volvimos a encontrar con Héctor le regalé el volumen donde aparece la fotografía, no sé por qué en esa ocasión no se lo entregué. Se trata de un material difícil de conseguir titulado Carrera Panamericana, History of the Mexican Road Race 1950-1954 por Daryl E. Murphy, con el sello editorial Motorbooks International.

Meses más tarde encontré en una tienda distinta otra obra dedicada a la misma competencia, de la autoría de Adriano Cimarosti (Automobilia, 1987) con texto en italiano, francés e inglés (no en español), donde aparece también el registro de Cansler del coche destruido de Enrique Hachmeister.

La Carrera Panamericana en esta primera versión se corrió entre 1950 y 1954, cancelándose por la presión que recibió el gobierno de la Iglesia por la cantidad de decesos que se registraban cada año. Curioso que, en el libro de Murphy, el pie de foto del choque de Hachmeister dice “…que la única fatalidad de la carrera…” pero el autor del libro en el epílogo al que titula Postmortem habla de lo peligroso que era este evento y da las cifras de muertos durante los cinco años que se corrió, fueron 26 los decesos, la mayoría de espectadores; en la primera carrera (1950) hubo 4 muertos, dos competidores (Enrique Hachmeister y el peruano Jesús Reyes Molina) y dos espectadores (Juan Altamirano, un niño de 4 años de edad, atropellado al atravesarse al automóvil de Jesús Valezzi antes de que iniciara la primera etapa; y Tomasa López arrollada por el carro de Eddie Sollohub), por lo que el papá de nuestro amigo no fue el único.

Cuento Negro (2)
Cuento Negro (2)

Nunca sabemos las sorpresas que podemos encontrar sin pretenderlo.

*En la Nueva España las monedas que inauguraron la ceca del Virreinato se acuñaron con un diseño gótico y rudimentario, en modalidad manual “a martillo”, de 1536 a 1572. Son de dos tipos: “sin agua” hasta 1542 y “con agua” hasta 1572; la diferencia radicaba en el dibujo del reverso, unas orlas en la parte inferior. La serie se denomina Carlos & Juana, por el emperador Habsburgo y su madre conocida como “la Loca”.

**El Diccionario enciclopédico de la gastronomía mexicana Larousse apunta: “Del náhuatl totopotza, tostar o asar. Tortilla muy delgada de unos 30 cm de diámetro, o más, que se prepara con maíz mezclado con manteca de cerdo. Se come fría o caliente: cuando está fría es crujiente y al calentarse se suaviza. Se debe tener cuidado al calentarla, pues se quema con facilidad. Es típica de Tabasco y Chiapas. Hay muchas variantes, como el totoposte de chicharrón, que lleva en su masa asientos de chicharrón. En Tabasco se registran otras variedades donde la masa se mezcla con diferentes ingredientes. Así, hay de coco, de frijol, de camote y también de manteca de res. En Guanajuato es una tortilla dorada de masa fina que se come como galleta y para acompañar otros alimentos como los frijoles refritos. En Jalisco se elaboran las raspadas, que son similares a las anteriores. En la región de Los Tuxtlas, Veracruz, se confecciona el totoposte de viento, una tortilla mucho más delgada cuyo grosor se consigue raspando la tortilla con un pedazo de jícara cuando ya está en el comal. También conocido como pachol”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS