Como Casa de Subastas dependemos de la opinión y conocimiento de especialistas y conocedores por la variedad de objetos que manejamos para su venta, la historia que a continuación narro es real y nos muestra lo que significa ser experto en un tema.
La historia se desarrolla a principio de los años ochenta en la Ciudad de México. El reloj marcaba las tres de la tarde, don Roberto, nervioso, ya esperaba sentado en la mesa del restaurante Ambassadeurs al líder sindical para celebrar con la comida el haber firmado el contrato colectivo de ese año, este ritual lo venían realizando durante los últimos siete años, misma mesa, misma conversación, mismos tragos.
El líder llegó tarde como cada año, caminaba dos pasos detrás del capitán que lo condujo a la mesa donde se encontraba don Roberto que al verlo se puso de pie como impulsado por un resorte para darle al líder un muy mexicano abrazo.
- don Roberto que gusto verle, usted tan puntual como siempre;
- tome asiento don Leonel, el gusto es mío.
Ya sentados, el capitán pregunta qué van a tomar los señores, el empresario voltea a ver al líder para que este sea el primero que ordene…
- Yo como siempre, un Buchanan’s en las rocas, poco hielo… y ¿usted don Rober?
- …para mí un Tío Pepe por favor.
El capitán se retira y los dos hombres se quedan solos, el restaurante está lleno, atestado de políticos, periodistas y hombres de negocios comentando los últimos sucesos de la política nacional. ¿Quién va a ser el candidato a la presidencia por el PRI? A menganito lo mandan de embajador a Checoslovaquia ya que no se portó a la altura; o presumir las andanzas con tal o cual personaje del gabinete. Este punto de Paseo de la Reforma es uno de los mentideros más importantes de la capital.
Nuestros personajes conversan y disfrutan su copa sin prisa. El capitán se encuentra listo para en cualquier momento saltar, ofrecer las “cartas” y preguntar si desean otro trago.
A mí me trae el coctel de ostiones y un Chateaubriand, dice el líder.
El empresario, más conservador, ordena la sopa de cola de res y un huachinango a la veracruzana.
¿Acompañan los alimentos con algún vino? – inquiere el capitán.
Tráigame la carta de vinos, demanda don Roberto.
Elige el Châteauneuf du Pape, la misma selección año tras año. Con este vino no hay temor a equivocarse, le comenta don Roberto a don Leonel. Eso me lo enseñó hace tiempo un buen amigo francés. No importa gran cosa quién lo embotelle, además el precio es razonable.
Mientras tanto arribaron otro Buchanan’s y otro Tío Pepe, minutos más tarde aparecieron las entradas y el capitán trajo la botella del borgoña, allá por los dominios de Avignon, cubierta en una servilleta, la mostró como si se tratase de un obstetra presentando a una criatura recién nacida. Don Roberto asintió y con mucha ceremonia el capitán extrajo el corcho y colocó la botella en otra mesa… en lo que se dejaba respirar al vino…
La conversación seguía, el líder daba su punto de vista de las últimas acciones tomadas por el gobierno, confiando dos o tres indiscreciones al empresario, quien no tenía acceso a los círculos del poder y además no entendía muy bien ciertos tratos de los políticos sobre quienes don Leonel comentaba…
Así llegó el huachinanguito y el Chateaubriand servido con salsa bearnesa y pommes soufflées, que el líder despachó con singular alegría acompañado de grandes tragos del tintorro, el empresario más acostumbrado a la comida casera o de la fábrica, escondió bajo la guarnición algunos pedazos del pescado pues sintió que le podían hacer daño…
Un mesero retiró los platos, el del líder limpio, el del empresario no tanto, mostrando los tropiezos de la batalla culinaria. El capitán se acercó para preguntar si no había sido de su agrado el pescado: -…no tenía mucho apetito, pero estaba excelente… Acto seguido apareció el carrito de los postres, un precioso carrello de Christofle. Don Leonel pidió un strudel de manzana y un café americano, don Roberto un capuchino.
Continuaba el líder hable y hable cuando el capitán se acercó para preguntar si deseaban un digestivo y un puro. El empresario optó por un Anís del Mono y don Leonel pidió un cognac, denominación de origen controlada desde 1909, Courvoisier o Paradis (Hennessy) inquirió el capitán …Un Paradis contestó el representante obrero, – un XO, por Extra Old, diseñado por Maurice Fillioux in 1979–.
Minutos más tarde, don Leonel y don Roberto, copa en mano, las chocaron y brindaron por un mejor año y que siguiera la buena relación entre sindicato y empresa.
Don Leonel dio el primer trago a su copa y su compañero de mesa notó en la cara del líder un gesto curioso… siguió hablando de lo orgulloso que se sentía de su hijo que ya estaba ayudándolo en el sindicato y los planes que tenían a futuro… tomó otro sorbo y volvió a mostrar un rictus en la cara, al mismo tiempo que comentaba que eso no era cognac Paradis.
A don Roberto se le aceleró el pulso y pensó para sus adentros:
¿Cómo puede saber que no es Paradis? Se quiere parar el cuello para demostrar que él sabe mucho y vamos a pasar un mal rato…
En ese momento el líder levantaba la mano y tronaba los dedos al capitán quien inmediatamente se acercó para saber cuál era el problema.
Esto no es cognac Paradis, le dijo muy serio y desafiante.
El capitán balbuceante y un poco asustado por la declaración contestó que él personalmente lo había servido y tenía la seguridad del contenido …traiga la botella y una copa limpia, espetó don Leonel con una seguridad que dejó más confusos a todos.
Regresó de la barra con la botella de Hennessy, firma establecida en 1765 por un mercenario irlandés de nombre Richard y ese apellido al servicio de Luis XV, y una copa a la que le vertió el cognac… don Roberto seguía asustado de todo el numerito y se limitó a ver y escuchar lo que el líder sindical estaba diciendo y haciendo. Cruzó por su mente la calidad de los aguardientes destilados en el viñedo de Burdeos de nombre Cognac, dividido en 6 crus según la calidad de los suelos en una microrregión de 75 mil hectáreas: Grande Champagne y Petite Champagne, Borderies, Fins Bois y Bons Bois, y Bois ordinaires.
Dirigiéndose al capitán, don Leonel le pidió que probara de la copa recién servida, este temeroso no quería probarla, insistió el líder y no tuvo más remedio que tomar de la copa, bien, ahora pruebe la primera que me sirvió, probándola contesto que no encontraba ninguna diferencia…
… ¿Cómo puede contestar eso? aseveró el representante obrero, al mismo tiempo que colocaba las dos copas juntas y comparaba el color de los contenidos …vea el Paradis, es mucho más claro que el de la otra copa que me sirvió… don Roberto se acercó a revisar las copas y efectivamente el líder tenía razón, eran dos bebidas diferentes.
Cerca de la mesa había dos o tres meseros que estaban dizque arreglando cosas, la realidad era que estaban metidos en la cata que se llevaba a cabo… los comensales de las mesas vecinas permanecían en silencio esperando el veredicto final.
Don Leonel tomó la palabra y en voz muy clara y dura se dirigió al capitán…
Nunca en mi vida he bebido el cognac Paradis, es más ni conocía de su existencia, lo pedí porque usted lo ofreció y se me antojó probarlo… lo que usted me sirvió en la primera copa es un vil y vulgar brandy Madero 5x’s que es lo que yo tomo y conozco bien, el primer trago se me hizo conocido y con el segundo lo comprobé, es un error y una grosería haberme tratado así e intentar verme la cara, le repito el Paradis ni lo conozco, pero si conozco mi Maderito 5x’s.
Especializarse en un tema permite que dominemos esa materia, amén de evitar los prejuicios que descalifican a las personas…