Una hojeada a los principales diarios de México y Estados Unidos durante la última Cumbre de Líderes de Norteamérica en la Ciudad de México (9 a 11 de enero), confirma la naturaleza asimétrica de la relación de nuestro país con su poderoso vecino norteño. Sin embargo, esta vez la asimetría jugó a favor de la parte mexicana pues, si bien para los visitantes su viaje a México fue un evento políticamente marginal para nuestro mandatario resultó sustancial.
El examen de la gran prensa del norte hace evidente que la reunión del presidente mexicano (AMLO) con el norteamericano y con el primer ministro de Canadá apenas mereció mención y como noticia internacional no compitió con el persistente choque Washington-Moscú en Ucrania ni, incluso, con ese remedo de trumpismo que los bolsonaristas escenificaron en Brasilia.
Para los medios estadounidenses la X Cumbre de Líderes de América del Norte no sólo pasó casi desapercibida, sino que también fue mal interpretada. Según The New York Times (10/01/23) AMLO la usó para “reconstruir” su relación con Biden dañada por un supuesto “tropiezo inicial” al negarse a reconocer de inmediato al mandatario vecino tras su triunfo electoral de 2020. En realidad el hipotético tropiezo nunca fue tal. El NYT simplemente ignoró un principio mexicano ya añejo: que nuestro gobierno ni reconoce ni desconoce al de otro país con el que ya tiene relaciones porque esa práctica se ha convertido en instrumento de presión de las potencias y varias veces ha sido usado contra gobiernos mexicanos.
Ahora bien, se logró que se aceptara no airear en público y sí negociar en privado las divergencias en torno a políticas energéticas o mineras. En cambio, México sí propuso a pleno pulmón algo que es anatema para la concepción neoliberal y globalizadora y que los grandes poderes económicos del mundo reunidos en Davos consideran inaceptable: adoptar una estrategia regional antiglobalizadora de relocalización industrial y sustituir las importaciones industriales provenientes de Asia y aumentar así la autosuficiencia económica de la región e incluso del continente.
Algo central y urgente para Washington en su relación con México es disminuir la ola migratoria “sin precedentes” en su frontera común. En el último “año fiscal” los agentes estadounidenses detuvieron en esa frontera a 2.8 millones de indocumentados. Biden se comprometió a procesar hasta tres mil solicitudes diarias de estancia temporal de migrantes hechas “on line” desde sus países por venezolanos, cubanos, nicaragüenses y haitianos. A cambio nuestro país aceptó recibir a un número igual de migrantes de esas nacionalidades aprehendidos en Estados Unidos. Washington prometió para los mexicanos un aumento de visas temporales de trabajo hasta llegar a 400 mil anuales, (La Jornada, 18/01/23).
Pese al bajo perfil que se le dio al norte del Bravo a la cumbre, Biden consiguió algo tras su encuentro con AMLO, pero éste logró más al poder delinear ante sus visitantes en Palacio Nacional su proyecto político para México más el esbozo de otro aún más ambicioso para todo el continente americano: la posibilidad de su integración de cara al resto del mundo.
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