Sin el terror a la continuidad de la 4T en el siguiente sexenio sería inexplicable que la senadora, ingeniera y empresaria Xóchitl Gálvez (XG) sea considerada hoy la personalidad perfecta para el Partido Acción Nacional y para la coalición que ese partido encabeza. A pesar de no poseer el perfil panista clásico, la desparpajada legisladora panista pareciera ser hoy la Juana de Arco en una coyuntura crítica para el centro-derecha. Hasta no ha mucho todo apuntaba que el candidato natural anti 4T en la gran contienda electoral de 2024 sería Santiago Creel, un senador y dirigente moldeado por el medio sociocultural propio de la clase política panista, que fue secretario de Gobernación y actual presidente de la Cámara de Diputados, que ha tenido numerosos cargos dentro de su partido, que ya fue precandidato presidencial dos veces (2005 y 2011) y que tiene todos los rasgos propios de los miembros de la élite que ha dirigido al partido fundado por Manuel Gómez Morín en 1939. Pero —y este, pero pareciera ser un factor decisivo— que hoy se confronta ya no con el PRI y del que por decenios fue su “oposición leal”, sino con su enemigo histórico real y con fuerte base social popular: la izquierda encarnada originalmente por el cardenismo y hoy por Morena. Sin embargo, resulta que las encuestas disponibles llevaron a las derechas a concluir que el prototipo de líder que podría captar las simpatías no sólo de los anti 4T duros sino de los indispensables indecisos, debía ser alguien proveniente de un ámbito sociocultural distinto del que históricamente se ha nutrido la élite panista, alguien que desde la orilla conservadora se asemejara más en figura y léxico al mexicano promedio y no a las élites.
Una característica del liderazgo panista es la permanencia de “las familias fundadoras”, linajes que no son necesariamente de la plutocracia pero que tampoco se identifican con el México profundo. Esa continuidad de las estirpes de los fundadores en la dirigencia, dicen los estudiosos del fenómeno, es quizá uno de los factores que le permitió al PAN sobrevivir en tiempos del monopolio del poder del priismo duro pero que quizá hoy preservarlo resulta disfuncional. XG no proviene ni encaja en la tradición, pues ella misma admite que su entorno familiar no corresponde al de la élite panista tradicional, pues su padre fue priista hasta sus últimos días, pero ese es un plus si se busca mantener la alianza PAN-PRI.
Una simple ojeada a la lista de los presidentes del PAN —ha tenido 29— evidencia que personajes como Manuel Gómez Morín, Adolfo Christlieb, Ernesto Madero, Luis H. Álvarez o Carlos Castillo Peraza, manejaron un discurso político y una imagen pública que se empeñaban en reflejar un origen social y una visión propias de las minorías cultas, de clase media católica y conservadora en forma y contenido, aunque sin fanatismo. El discurso e imagen de XG son contrastantes con el panismo tradicional. La senadora por Hidalgo desentona por su atuendo, lenguaje y discurso público de los candidatos presidenciales del PAN del pasado, con la excepción de Vicente Fox. En realidad, el de XG es un estilo foxista, pero en versión radical.
Para competir por el voto del ciudadano que hoy apoya al presidente Andrés Manuel López Obrador y que se supone que tenderá a votar por aquel a quien él respalde, el PAN pareciera resignado a salir de su zona de confort —la propia de las clases medias y altas— para buscar respaldo en el “México profundo”, pero en el México popular el panismo tradicional simplemente no es competitivo con un candidato como Santiago Creel: abogado bien vestido y hablado, antiguo director de la carrera de derecho del ITAM, profesor de cursos y escritos sobre filosofía y teoría del derecho, democracia y cambio político. Por ello, la lucha contra la 4T ha obligado al PAN, nacido y formado en la época del dominio absoluto del PRI, a correrse en sus formas un tanto hacia lo popular o populachero.
Ya veremos el resultado el año próximo. Mientras tanto, el espacio que el PAN deje en su aparente corrimiento de la derecha al centro podría ser una oportunidad para el conservadurismo radical como el del Movimiento “Viva México” de Eduardo Verástegui: una nueva derecha inspirada en el modelo español (Vox) que desdeña cualquier concesión, por simbólica que sea, a la izquierda. Desde esa perspectiva, XG puede ser vista por la derecha extrema como una debilidad del PAN.