Se preguntó al Presidente de México si en la próxima cumbre de mandatarios de la América del Norte se abordaría la reforma eléctrica, él respondió: lo que ocurra en ese campo “es decisión de los mexicanos”.
El concepto de soberanía nacional se refiere a la capacidad de un país de ejercer de manera efectiva su carácter de última instancia en la formulación y ejecución de sus decisiones políticas . Sin embargo, en la realidad los países que no son grandes potencias tienen una soberanía limitada.
En el largo período colonial el tema de la soberanía no fue realmente problema. Se suponía que tenía su origen en Dios que la había depositado en el pueblo que, a su vez, la había transferido al monarca español. Inesperadamente, en 1808, el tema se complicó. Napoleón depuso entonces al soberano español y puso en el trono a uno que no fue aceptado por la mayoría de los súbditos. Los inconformes consideraron que en circunstancia tan excepcional, el poder había retornado al pueblo. Pero en Nueva España ¿quiénes eran ese “pueblo”? ¿Los peninsulares, los criollos, los indios, los mestizos? ¿Quién los representaba? La red de intereses -mineros, comerciantes, iglesia, terratenientes, pueblos de indios, ejército, etc. Los intereses organizados —que hasta entonces habían tenido al monarca como mediador incuestionable— se quedaron sin árbitro y en ese mismo año un sorpresivo golpe armado depuso al virrey e instaló un gobierno de facto. Una reacción al golpe fue una rebelión popular en el Bajío encabezada por Miguel Hidalgo que devino en una larga guerra civil.
Desde 1810 y hasta la Restauración de la República medio siglo más tarde, México vivió una cadena de enfrentamientos internos que pretendieron solucionar el tema de la legitimidad del poder en una colonia que pasó a ser país independiente. En ese mismo período, el nuevo país sufrió intentos de separación de varios estados y los ataques de España, Estados Unidos y Francia que fueron, todos ellos, otros tantos embates a la soberanía mexicana y que le costaron parte de su territorio norte.
Al final del siglo XIX el conflicto interno casi se apagó, pero la presencia de fuertes intereses económicos europeos y norteamericanos dejaron ver muy a las claras los límites de la soberanía. Un estudioso de época, Andrés Molina Enríquez en Los grandes problemas nacionales (1909) colocó en la cúspide de la estructura de poder mexicana a los inversionistas extranjeros. La Revolución de 1910 fue, al menos en parte, un esfuerzo por limitar la influencia económica y política de esos intereses, lo que provocó tensiones y confrontación abierta con la potencia del norte.
A partir de 1918, en la medida en que la influencia británica y europea en México disminuyó, la norteamericana aumentó. La expropiación de la industria petrolera en 1938 fue el mayor esfuerzo del nacionalismo mexicano por ampliar su espacio de autodeterminación. Con el inicio de la Guerra Fría (1947), los intereses de Estados Unidos definieron el límite externo a la política mexicana pero en sus momentos críticos el régimen priista siempre tuvo el apoyo de Washington .
El fin de la Guerra Fría (1989) coincidió con la crisis del modelo económico y político mexicano y con la decisión de unir a nuestro país al sistema económico de la América del Norte. Sin embargo, hoy se trata de un México políticamente más plural y con un régimen en reconstrucción. La solución de forma y de fondo de las diferencias actuales con Estados Unidos en torno a temas como la reforma eléctrica, el control del crimen organizado o de la migración, van a ir perfilando la independencia mexicana posible en una época donde México está cambiando y la gran potencia vecina está redefiniendo su papel mundial. Ya veremos cómo aprovechamos las oportunidades y sorteamos los peligros de la coyuntura.