Los ingleses tienen un sentido del humor que se caracteriza tanto por la sutileza y la profundidad como por el sarcasmo, el insulto refinado y el clasismo según Attardo Salvatore en una enciclopedia de estudios sobre el tema. No cualquiera posee los instrumentos culturales que le permitan captar e incluso disfrutar del sentido último de ese ingenio. Quizá por eso aquí en México algunos no hemos podido interpretar correctamente el sentido de lo publicado el 25 del mes pasado por Michael Stott, editor para América Latina del Financial Times (FT) que antes estuvo al frente del Nikkei Asian Review. Y es que interpretar la complejidad y sentido de la actual coyuntura política que hoy se vive en México a partir sólo de un análisis hecho por el expresidente Ernesto Zedillo para una International Bar Association, es un chiste y posiblemente es parte del sentido del humor británico y no de un examen serio del tema.

Si de broma se trata, ésta se inicia con la caracterización de Zedillo por el editor del FT como el “modesto tecnócrata que trazó el camino de México hacia la democracia”, pero que hoy desde Estados Unidos lanza el grito de “ahí viene el lobo” y asegura al mundo que tanto Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como Claudia Sheinbaum buscan que su 4a. Transformación sea el instrumento con el cual convertirán a “nuestra democracia en una tiranía”. Jorge Castañeda, que para el editor del FT es otra fuente confiable de información e interpretación de la realidad mexicana, asegura que si bien en los 30 años anteriores a la elección de 2018 —la era neoliberal— “México aspiraba a convertirse en un país y una sociedad moderna, occidental y abierta”, ahora camina “en la dirección opuesta”. En suma, que para la publicación inglesa y sus fuentes nativas la nueva Presidenta mexicana, al persistir en el empeño lopezobradorista de dar al gobierno (y a los militares) un mayor papel en la economía, insistir en un gasto sustantivo en programas sociales y someter a votación ciudadana la designación de los miembros del poder judicial, va a continuar llevando a México por el mal camino trazado por AMLO.

Y aquí es de notar que Stott y el FT optaron por no mencionar que fue justamente al inicio de la presidencia del “demócrata” Zedillo, en diciembre de 1994, cuando se decapitó de un solo golpe a toda la Suprema Corte y se reemplazó a sus 26 miembros con 11 magistrados designados por el Presidente y sin que nadie en el exterior se escandalizara por tamaña acción, que alguna voz solitaria de entonces calificó de “golpe de Estado”.

En fin, que este diagnóstico catastrofista elaborado desde Londres sobre el proceso político mexicano actual, y que coincide punto por punto con el de la oposición de derecha de nuestro país, dice que hay un clima de angustias entre los inversionistas norteamericanos en México. El propósito de la publicación es dar la voz de alerta para que Washington actúe e impida, supuestamente por el bien del grueso de los intereses legítimos de mexicanos y extranjeros, que el proceso de degradación del clima político mexicano iniciado a raíz de las elecciones de 2018 siga adelante. En suma y según el editor del FT de no actuar para “salvar a la frágil y joven democracia de México, es probable que Washington pague un alto precio por su inacción”.

No es esta la primera vez que los intereses británicos urgen a Washington para que la mano imperial norteamericana les saque las castañas del fuego en México. A raíz de la Revolución Mexicana, la Foreign Office apoyó abiertamente a Victoriano Huerta y varias veces después urgió a Estados Unidos a intervenir y ponerle un alto definitivo a quienes en su país vecino del sur buscaban dar forma a un nuevo régimen nacionalista y popular. Durante el cardenismo, Londres se sintió defraudado porque el presidente Roosevelt no usó la mano dura para revertir la expropiación de la industria petrolera o al menos para negociar los términos de un retorno de las empresas para explotar los campos petroleros mexicanos.

La última acción intervencionista inglesa en México que no necesitó la intermediación de Washington para proteger sus intereses en México fue el desembarco durante 16 horas de una partida de royal marines, el 16 de abril de 1911, en San Quintín, Baja California, para dar protección a la Mexican Land & Colonization Co. A partir del fracaso de su apoyo directo a Victoriano Huerta en 1914, Londres tuvo que reconocer que México ya había quedado definitivamente dentro de la esfera de influencia norteamericana y desde entonces y cuando lo ha considerado necesario, el británico ha buscado que en México sea Washington quien actúe para deshacer lo que desde Londres se considera un entuerto que afecta o puede afectar tanto a intereses estadounidenses como británicos. No siempre ha logrado su propósito.

En suma, si la propuesta del FT no es producto de su peculiar sentido del humor, entonces es un error de este periódico y de la superficialidad del análisis de su editor que —quizá por no tener el suficiente conocimiento de la región o al menos de México— se atreva a sugerir una intervención de Washington en asuntos internos de nuestro país. El viejo espíritu imperial británico se niega a morir.

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