En ciertas coyunturas se vale parafrasear a Carl von Clausewitz y afirmar: “la política es la guerra por otros medios”.
Los medios de información externos son de tiempo atrás actores en las luchas políticas. Un ejemplo clásico tuvo lugar al final del siglo XIX durante la guerra de independencia de Cuba . Al exagerar o falsear sus noticias sobre el conflicto el diario amarillista de la cadena Hearst —el New York Journal— fue decisivo en para inclinar a la opinión pública norteamericana en favor de una guerra con España para “liberar” a Cuba.
Hoy la confrontación entre el gobierno encabezado por A ndrés Manuel López Obrador (AMLO) y sus adversarios es ya “una guerra por otros medios” donde también hay un frente externo donde parte de la gran prensa internacional ha tomado partido y optado por ser caja de resonancia de la oposición. Es el caso de The Economist, la influyente revista británica. En su cobertura de Latinoamérica, a la que nunca ha dado mayor importancia, el semanario ha definido al de AMLO como un gobierno populista, es decir malo por naturaleza y de ahí que en su número del 19-24 de febrero la única página dedicada a nuestra región la dedicó a “La mansión del primer hijo”, es decir al escándalo generado alrededor de una casa en Houston que se renta por 5,600 dls. mensuales y que un hijo de AMLO y su esposa norteamericana (y con ingresos propios) ocuparon por un año. La revista no se tomó el trabajo de hacer una investigación propia y optó por aceptar y reproducir en lo sustantivo lo publicado por la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad ( MCCI ) y por el periodista Carlos Loret de Mola. The Economist no informó sobre la biografía de Loret ni tampoco sobre el intenso esfuerzo del fundador de MCCI por generar un frente amplio de partidos de derecha para frenar y derrotar al lopezobradorismo, aunque de entrada calificó de fracaso todas las políticas sustantivas de AMLO para luego usar el tema de la casa para poner en duda la autenticidad de la lucha del presidente contra una corrupción endémica. Para ello subrayó la posibilidad de una relación corrupta entre el hijo de AMLO y el dueño de la casa de Houston y ex funcionario de la multinacional Baker Hughes, proveedora de servicios, productos, tecnología y sistemas para campos de petróleo y gas a nivel mundial y que desde hace años tiene contratos con Pemex. La revista consideró al vástago de AMLO como culpable en tanto no demostrara lo contrario vía el contrato y los recibos del pago de la renta pues todo apuntaba a que el disfrute de la mansión se había hecho a cambio de contratos con Pemex. Además, se insinuó que el salario del hijo del presidente como empleado en Estados Unidos del hotelero mexicano Daniel Chávez, amigo de AMLO, se daba a cambio de beneficiar a Chávez con el turismo que generaría el Tren Maya en construcción.
La revista no tuvo empacho en hacerse eco de una contundente conclusión de Loret de Mola: AMLO ya “está perdido” y la apuntaló con otra de un vocero del Movimiento Ciudadano (partido socialdemócrata según la revista): el escándalo ya había hecho perder al Presidente la iniciativa en la conversación pública.
Tras la publicación del contrato de renta y cheques de pago de la casa y del informe del 21 de febrero de la firma de abogados de Houston R. McConnell Group especializados en investigar empresas y que aseguró que no había ningún indicio de la corrupción insinuada, la revista simplemente ha ignorado los datos y todo indica que un análisis menos sesgado sobre México no está en sus planes y que continuará su cruzada contra el “populismo” de una 4T a la que ha condenado de tiempo atrás.
En conclusión, en México la política como guerra va a continuar tanto en el frente interno como en el externo.