La corrupción ya estaba muy asentada en México al inicio de nuestra vida independiente. En el siglo XVIII el visitador José de Gálvez consideró que la raíz de un mal gobierno en Nueva España se localizaba en la corrupción de corregidores y alcaldes mayores. Los siglos posteriores no significaron mejoría en este campo.
El ingeniero Genaro García Luna (GGL) hizo una carrera muy exitosa como funcionario del aparato de seguridad del gobierno federal. Muy joven ingresó al Centro de Investigación y Seguridad Nacional y en 2001, bajo el gobierno de Vicente Fox, quedó al frente de la Agencia Federal de Investigación. En el segundo sexenio panista, Felipe Calderón lo colocó al frente de la Secretaría de Seguridad Pública que, a su vez, generó a la Policía Federal (PF) —hoy en disolución—, que llegaría a contar con 36 mil efectivos. Ya en el centro del sistema de seguridad, GGL creó “Plataforma México”, un gran sistema de información para recabar y procesar en tiempo real toda la información criminal generada en los tres niveles de gobierno y que se suponía sería el gran instrumento de Calderón en su guerra contra el narco.
En papel, las estructuras creadas por GGL eran impresionantes, en la práctica no, pues en el sexenio calderonista, el Inegi registró 123 mil asesinatos. La cifra anual saltó de 10 mil en el último año del gobierno de Vicente Fox a 27 mil en el último de Calderón. No hay una explicación única de este fenómeno, pero la naturaleza de los cargos que se le hacen a GGL sugieren que el hoy acusado fue, en realidad, no un superpolicía, sino un policía al servicio del cártel de Sinaloa y de su lucha contra sus rivales.
De confirmarse que GGL fue el gran “topo” del cártel de Sinaloa —y que probablemente así fue, pues de lo contrario el sistema de justicia norteamericano no se lanzaría contra alguien en quien antes confió, ayudó con recursos y compartió información de inteligencia (ver las declaraciones de Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, Washington Post, 10/12/19)—, entonces se puede entender mejor el fracaso de la guerra contra el narco.
El expresidente Calderón, único jefe de GGL por seis años, ha declarado que él nunca supo de posibles ligas de su subordinado con el cártel de Sinaloa. Es posible, pero difícil de creer, lo dicho por Calderón, pues en 2008 Javier García Valles, Comisario de la PFP, le informó por escrito al entonces presidente sobre conductas irregulares de GGL (ver los documentos en Aristegui Noticias, 13/12/19). Un par de personajes en poder de la justicia norteamericana ya han declarado sobre millones de dólares recibidos por GGL en el sexenio de Calderón. Uno es Jesús Reynaldo Zambada —el “Rey Zambada”—, que dijo haberle entregado personalmente el dinero a GGL; el otro es Iván Reyes Arzate, un comandante de la PF que hoy está cumpliendo una sentencia en Estados Unidos. En su libro Los señores del narco, publicado en 2010, es decir, en el sexenio de Calderón, la periodista Anabel Hernández también denunció las ligas de GGL con los narcos de Sinaloa.
El concepto de “alta traición” puede definirse como un acto criminal que compromete seriamente la seguridad del país de quien lo comete (Cambridge Dictionary). Desde esta perspectiva, las acciones del crimen organizado en México han abierto la posibilidad de que Estados Unidos los declare terroristas y con ello justifique acciones directas en nuestro territorio. Ahora bien, se apega más a la esencia del concepto de “alta traición” la conducta de esos mexicanos que, siendo altos funcionarios públicos y responsables de manejar las agencias de seguridad, se convierten en colaboradores muy bien remunerados de las organizaciones criminales que incitan a la intervención norteamericana directa en nuestro país, pero que, sobre todo, son generadoras del horror de la violencia extrema y sistemática en México —el Inegi registra 156 mil asesinatos en el sexenio posterior a Calderón, más los 30 mil y pico que se acumulen en 2019 (Estadísticas Vitales. Defunciones registradas). Esa ola criminal y la corrupción que ha fomentado en la estructura institucional, han deformado la evolución de México. Y es en este contexto que se debe analizar el arresto y juicio al que será sometido GGL. De probarse las acusaciones, GGL y quienes se asociaron o permitieron sus actividades, cometieron alta traición contra México.
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