Lo que sucedió este fin de semana en Chile no es un tema menor y por lo tanto no debemos ignorarlo, pues se trata de un ejemplo muy claro de que la participación ciudadana consciente tiene mucho poder, ya que miles de ciudadanos de ese país sudamericano salieron a las urnas para elegir a las personas que tendrán la responsabilidad de redactar una nueva constitución después de las fuertes protestas que se vivieron en octubre de 2019 y que derivaron en un plebiscito nacional un año después, en el que se determinó iniciar un proceso de renovación de su carta magna.
Los chilenos argumentan que la actual constitución contiene muchos elementos que sostuvieron a la dictadura de Augusto Pinochet durante 17 años y que no permiten una verdadera equidad social.
Lo interesante de este ejercicio democrático es ver que, de los 155 ciudadanos que tendrán esa enorme e importante tarea, los candidatos independientes, ajenos a los partidos políticos, lograron un considerable número de escaños, 48, para ser exactos, lo que representa casi un tercio de los puestos.
Bajo este preámbulo, es evidente el hartazgo que hay de los partidos políticos, quienes no han sabido ser la voz real de las exigencias de la sociedad, por el contrario, parece que sólo se preocupan y ocupan por tener el poder a costa de lo que sea, convirtiéndolo en un vulgar negocio, lo que ha generado una desconfianza generalizada en la clase política y que se deriva en apatía y desánimo entre el electorado. Sin embargo, como recomienda Max Kaiser en su artículo Voto útil, Voto Eficaz. Una guía (lectura muy recomendada) no podemos desperdiciar la oportunidad de ir a votar, pues eso, lejos de sumar, permite un escenario que puede derivar en un país sin contrapesos.
Con el ejemplo chileno, reitero el valor y la fuerza que pueden tener nuestras acciones para generar cambios que beneficien a nuestro país y que no se queden sólo en palabras, promesas o meras intenciones. Y no nos vayamos lejos, el próximo 6 de junio, los mexicanos tenemos una cita muy importante en las urnas. Más de 93 millones de ciudadanos podremos emitir nuestro voto en lo que serán las elecciones más grandes de la historia.
En esta elección, el sufragio de todos será fundamental, pero especialmente el de las mujeres, de los jóvenes y de los adultos mayores. De acuerdo al Instituto Nacional Electoral, de los 93 millones de personas que conforman el padrón electoral, 52% son mujeres y 48% son hombres; 22 millones son jóvenes de entre 20 y 29 años; 20 millones tienen entre 30 y 39 años y poco más de 11 millones tienen 65 años o más.
Nuestra responsabilidad es mayúscula, pero antes de ir a esa cita con la democracia, es necesario hacer nuestra tarea cívica. En primer lugar, debemos informarnos muy bien para que sepamos quiénes pretenden llegar a los más de 21 mil cargos de elección popular, qué trayectoria tienen, sus logros y su preparación, aunque esto tampoco garantiza nada, pero eso no nos puede desanimar para participar.
También tenemos que involucrarnos y conocer lo que está sucediendo en materia política, económica, social y hasta cultural de nuestro país; es casi una obligación, de lo contrario, viviremos sin hacer conciencia de nuestra realidad.
Con estas pequeñas acciones apenas daríamos el primer paso de una verdadera participación ciudadana, pues hay muchas otras cosas que debemos hacer, pero estoy segura que estas elecciones podrían ser el principio de un cambio de consciencia colectiva que ayude a mejorar las condiciones de nuestra nación. Salgamos a votar. #OpiniónCoparmex
Presidenta de la Federación Bajío Centro de Coparmex