Con esa frase, el juez Brian Cogan sentenció a 38 años de cárcel al otrora super poderoso policía, el ex secretario de seguridad pública bajo el gobierno de Felipe Calderón, Genaro García Luna. Después de casi dos años de iniciado el juicio y cinco de haber sido detenido, concluyó el juicio y no podía haber terminado de manera diferente. Justicia es justicia.
El juicio solo fue un trámite, las palabras que le dedicó el juez Cogan a García Luna así lo indican: “Usted no puede venir a presumir un montón de premios, esa era su cortina de humo. Usted tenía una doble vida, pero una de ellas dominó a la otra y fue la provocó un daño tremendo. Usted tiene la misma matonería que tenía El Chapo, sólo que la manifiesta de manera diferente. Usted se engaña a sí mismo al pensar que respeta la ley, si le pusieran un polígrafo lo pasaría. No voy a sentenciarlo a vida, voy a dejarle un poco de luz al final del túnel.”
Cogan, el mismo juez que sentenció a cadena perpetua a El Chapo, nunca dudó de la culpabilidad de García Luna, solo dejo correr el juicio por casi dos años para lapidarlo con esas palabras y, quizás, con 89 años, recuperar su libertad. Y cuando le impuso una multa de 2 millones de dólares, aún le espetó: “Estoy seguro de que tiene algo de dinero escondido”, y debe ser, entre las acusaciones, se habla de varios millones de dólares en sobornos.
Los cargos que se le imputaron a Genaro García Luna eran por tráfico de drogas, por delincuencia organizada y por falsedad de declaraciones, de todos ellos fue declarado culpable. Sus palabras por primera vez ante el juez fueron poco menos que inútiles, su suerte ya estaba echada desde hace por lo menos 10 años, cuando comenzó a vivir su doble vida como lo señaló el juez.
Así es como concluye un capítulo más (de los varios que hay abiertos) de la fallida guerra contra el narcotráfico declarada por uno de los presidentes más olvidables en el México de esta era moderna. Su estrategia para ganar la legitimidad que no obtuvo en las urnas llevó a una crisis de inseguridad en el país jamás vista y de la cual, con muchos esfuerzos, pero, sobre todo, con personas sin una doble vida, han estado y continúan combatiendo.
La reacción de Calderón al cuestionarlo sobre la sentencia es, por decir lo menos, cínica. Ya desde 2023 cuando se le declaraba culpable a su ex colaborador y mano derecha, dudaba de las acusaciones, dijo que “tenía muchas dudas del veredicto”, antier, a través de sus redes sociales decía que nunca tuvo evidencia de que a su ex secretario lo involucrara en actividades ilícitas, ni recibió información al respecto de agencias de inteligencia, mexicanas o extranjeras, que entonces confiaban en él e interactuaban con él y aseguró que no ha tenido acceso a las evidencias ni a los testimonios presentados en el juicio.
Una de dos: por supuesto que sabía y siempre supo de los “amarres” que hacía García Luna y los permitió, los consecuentó, vaya, los dejó pasar, o el exmandatario vivía en otro país. La respuesta es clara.
El combate al narcotráfico es sin duda uno de los temas que más sentidos de la población y a la vez, más complejos para el Estado, quien está obligado a garantizar la seguridad de las personas. La ociosa e inútil guerra que inició Calderón empeoró aún más la ya de por si difícil situación que había y la administración de Peña Nieto tampoco es que haya hecho algo. La estrategia, la inteligencia y la atención a las causas, son claves en el combate y ese ha sido el camino que marcó claramente desde un inicio el gobierno de la Cuarta Transformación y es el que continuará con la presidenta Claudia Sheinbaum.