En estos días se han dado a conocer datos sumamente alarmantes en cuanto a la pérdida de empleos formales y proyecciones que alertan sobre un grave aumento de la pobreza en México, pero a estas alturas preocupa más la constante negación por parte del presidente de dichos datos y la capacidad de evadirlos descalificando a quien los alude y peor aún, la falta de acciones para atenderlos.
El IMSS dio a conocer el número de trabajadores registrados de abril. Según las cifras, se perdieron 555 mil empleos formales, la mayor pérdida en un mes desde que hay registro, que se sumaron a los más de 130 mil perdidos en marzo. Por su parte, CONEVAL afirmó que con la caída que se prevé este año en la economía y el ingreso el número de personas en pobreza extrema (aquellas a quienes no les alcanza para cubrir los costos de una canasta básica) aumentará en 10.7 millones (de 21 en 2018 a 31.7 para finales de 2020). Asimismo, la CEPAL publicó un estudio en el que afirma que México será el país de América Latina que más pobres va a generar este año y que casi la mitad de los mexicanos podrían caer en pobreza.
Las cifras hablan por si solas y nos alertan sobre las graves consecuencias de lo que estamos viviendo derivadas no sólo de la pandemia sino también de las malas decisiones que se han venido tomando desde que López Obrador asumió el poder, acentuadas recientemente por la ausencia de un plan de acción que sirva para atemperar la situación.
Lo más grave es que AMLO no reacciona. Como si viviera una realidad paralela hace un mes prometió la creación de dos millones de empleos este año. Su incapacidad para ver las cosas como son y actuar ante lo que se vive dejará a millones de personas más en condiciones de pobreza extrema, millones de empresas cerradas y empleos perdidos, millones de jóvenes sin oportunidades reales de desarrollo en un gobierno cuyo slogan de campaña siempre fue “primero los pobres”.
Hasta hoy el presidente ha sido incapaz de replantear las prioridades de su gobierno. En lugar de gastar en proteger el empleo, sigue obsesionado con lograr proyectos que no tienen pies ni cabeza. Insiste en invertir 8 mil mdd para construir una refinería que procesará un producto cuyo precio está por los suelos y que por ello será imposible recuperar la inversión, pretende llevar a cabo la obra de un aeropuerto inviable y sigue pagando cientos de mdd a los tenedores de bonos del que obstinadamente canceló, y por si fuera poco, incrementó en 22,556 mdp el presupuesto para la construcción del tren maya para el que se estima un costo total de 139,072 mdp, disminuyendo en 1,500 mdp el presupuesto anual de la Secretaría de Salud, según el informe trimestral de las finanzas públicas 2020.
Aunado a ello existen una serie de acciones fallidas para atender la crisis de salud y el discurso tampoco coincide con la realidad de hospitales y morgues saturados. Esta semana llegamos a tener la cifra más alta de defunciones por covid en un lapso de 24 horas, 353 muertos, medios internacionales denuncian que la cifra de muertos es muy
superior a la que maneja López Gatell, somos el país de la OCDE que menos pruebas hace para verificar los casos de contagio (0.6 por cada mil habitantes) y las pruebas que se hacen no son confiables (éstas tienen apenas 30% de sensibilidad al virus).
Ante la situación que se vive, si no se da un golpe de timón las cosas acabarán peor de lo que están. Los recursos que el gobierno destine a su política social de transferencias directas serán insuficientes para evitar más pobreza que traerá mayores índices de violencia y una descomposición social de la que difícilmente podremos recuperarnos en décadas. Más aún si se sigue insistiendo en abandonar al sector privado a su suerte.
@lialimon
Abogada y consultora