El paro del 9 de marzo tiene como objetivo que todos visualicemos un país sin mujeres, porque si nos siguen matando así se verá. Este movimiento no es un invento de partidos de derecha ni de izquierda para desestabilizar al gobierno. Es una iniciativa que imita lo que se ha hecho en otros países para hacer avanzar la agenda de género, porque es a base de marchas, protestas y activismo de muchas mujeres como se ha logrado cada conquista. El derecho a votar y ser votadas, a la educación escolar en condiciones de igualdad con los hombres, a acceder a un crédito, a obtener un trabajo sin tener que presentar la prueba de embarazo, a periodos de lactancia, a licencia de paternidad, a la paridad de género en los órganos del Estado, entre otros.

En Suiza, Islandia y Estados Unidos, por ejemplo, se han impulsado paros para luchar por la igualdad salarial, por los derechos civiles y políticos, por la erradicación de la violencia contra la mujer, por visibilizar el acoso, etcétera, con buenos resultados.

La lógica de visualizar cómo sería un día sin mujeres tiene sentido mientras nos sigan matando con total impunidad. El paro pretende impactar la economía del país. Imaginemos cuánto impactaría al PIB que las mujeres dejaran de participar en la vida económica, además de todo el trabajo no remunerado en el hogar que desempeñamos. ¿Cómo funcionarían todos los centros de trabajo sin nosotras?

¿Qué buscamos? De entrada que no nos maten, que nos dejen de agredir, violar y acosar por el simple hecho de ser mujeres, que el Estado nos defienda y nos proteja, que los casos no queden impunes y los agresores no sigan sueltos.

La decisión inicial del presidente de vender los boletos para la rifa del avión el 9 de marzo sólo refleja su nulo compromiso con las mujeres y sus prioridades, que ya había dejado claras desde el inicio de su gobierno. Aunque ya reculó, la forma en que lo hizo lo pone en evidencia una vez más, pues al hacerlo dijo no tener en mente que el paro era el 9 y que fueron un grupo de mujeres de un partido, groseras y conservadoras, quienes en redes sociales “se ofenden”. Esto es reiterativo de lo que ha hecho su gobierno: invisibilizarnos e ignorarnos.

A Andrés Manuel no le importan las mujeres vivas, mucho menos las muertas. Desde hace meses debió haber convocado a reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores para construir junto con los estados y los otros poderes una propuesta de acciones urgentes. Y sugiero algunas: 1) Mesas de trabajo estatales para avanzar en la justicia de casos de feminicidios, violencia de género, violaciones, acoso, trata y desaparición de niñas y mujeres y transparentar las sentencias a fin de conocer y revisar los criterios de actuación de jueces y fiscalías; 2) homologar el tipo penal de feminicidio en todo el país; 3) hacer medible la implementación de protocolos para procurar justicia y juzgar con perspectiva de género; 4) regresarle a FEVIMTRA la autonomía y presupuesto e impulsar la creación de fiscalías especializadas en los estados; 5) cumplir con la obligación legal de actualizar periódicamente el BANAVIM; 6) construir al menos un centro de justicia en cada uno de los municipios con mayor índice de violencia de género, aumentar los apoyos a las organizaciones encargadas de operar refugios y el presupuesto para la alerta de género; 7) aumentar el presupuesto de Institutos de la Mujer federal y estatales; 8) impulsar programas que permitan conciliar familia y trabajo y ampliar la licencia de paternidad; 9) retomar programas de microcréditos para proyectos productivos de mujeres, y 10) un programa integral para prevenir el embarazo adolecente.

El movimiento seguirá avanzando, el paro del 9 de marzo es una muestra de que la violencia, el acoso o la muerte de una nos compete a todas, refleja nuestro hartazgo y en la medida que eso no se entienda desde la autoridad seguiremos adelante.

Abogada y consultora
@lialimon

Google News

TEMAS RELACIONADOS