La Comisión Nacional de los Derechos Humanos es una institución cuya misión primordial es la defensa de los derechos de las personas frente a los actos arbitrarios o ilegales de la autoridad. Para cumplir de manera eficaz con esta tarea, su autonomía es un requisito indispensable. La CNDH no puede conocer de ideologías políticas o filiaciones partidistas . Su trabajo debe ser a favor de la dignidad humana y centrarse en que las víctimas encuentren la verdad, la justicia y la reparación de sus derechos. Quien encabece este organismo, para contar con la confianza de la sociedad, debe tener credibilidad y conducirse de manera íntegra y honesta.
La semana pasada fue electa como nueva presidente de la institución Rosario Piedra Ibarra tras un proceso fraudulento en el Senado de la República. Además de la manipulación de votos que hubo por parte de Morena, Rosario mintió deliberadamente para obtener el cargo, pues declaró bajo protesta de decir verdad “no desempeñar ni haber desempeñado cargo de dirección nacional o estatal en algún partido político en el año anterior a su designación”, cuando los datos de Morena ante el Instituto Nacional Electoral evidencian que hasta últimas fechas seguía siendo consejera de este partido. Incluso, tras su elección, cuando se hizo pública esta información en los medios de comunicación y redes sociales, ella emitió un comunicado en el que públicamente reconoce este cargo partidista y renuncia a él.
Una persona que mintió para ocupar un cargo público no puede ser creíble
. Mintió a los senadores y a la opinión en general pero también, al falsear información afectó a los más de 50 candidatos que se inscribieron en el proceso para competir y ocupar la titularidad de la Comisión y a quienes se les hizo a un lado para dejarla pasar.
Los cuestionamientos a su persona encabezados por consejeros de la propia CNDH , organizaciones y asociaciones de la sociedad civil, personalidades que han sido reconocidas con el Premio Nacional de Derechos Humanos y la oposición en general, no se deben sólo a su falta de trayectoria y de conocimiento en la materia sino al fraude en el proceso de designación, a su participación como dirigente partidista que constituye un impedimento legal para ocupar el cargo, a su falta de integridad y probidad y, en consecuencia, a su falta de legitimidad.
Algunos de los que cuestionan la designación de Rosario Piedra han sido además testigos del esfuerzo que se hizo desde la institución para recuperar la autonomía y credibilidad y saben que la eficacia del ombudsperson depende de su capacidad de mantenerse como un contrapeso sano, que opere a favor de las personas y de la sociedad en su conjunto, fortaleciendo nuestra vida institucional.
Dejar pasar este nombramiento sería tanto como resignarnos a ver morir a la institución, olvidando que las instituciones son cimiento fundamental de toda democracia. Alguien que mintió no merece el beneficio de la duda , pero sobre todo la CNDH no merece tener una presidenta que no cumple con las condiciones legales par serlo. ¿Cómo va a cuestionar la legalidad de los actos de autoridad alguien que de origen viola la ley? ¿Qué legitimidad y calidad moral puede tener Rosario Piedra para emitir recomendaciones? Recordemos que la CNDH no tiene dientes para sancionar a quienes incumplen, sus dientes y garras son justamente la calidad moral que acompaña a la institución y a quien la preside. Las recomendaciones de la Comisión generalmente no gustan a la autoridad recomendada. Su legitimidad y credibilidad son su fuerza para defender a las víctimas ante abusos de poder y obligar a quienes lo detentan a acatarlas.
Por ello, me uno a las voces que están pidiendo la renuncia de Rosario pues de no suceder se estaría dando un golpe mortal a la Comisión que ni ésta ni las víctimas merecen, mucho menos en el entorno de violencia, inseguridad, pobreza y desigualdad que se vive en nuestro país.
@lialimon
Ex subsecretaria de Derechos Humanos