Mi solidaridad con el doctor Jaime Nieto

El desabasto de medicinas continúa a lo largo y ancho del país, y ya hay gente que ha sido afectada por ello y por la pésima planeación e implementación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar ( Insabi ).

Mientras el presidente de la República por un lado, sigue distrayendo la atención con frivolidades como la rifa del avión presidencial y, por otro, minimiza las quejas contra el sector salud y culpa a “quienes se oponen a un cambio porque se benefician de la corrupción en la venta de medicinas,” lo cierto es que cada día que pasa se sigue poniendo en riesgo la vida de personas que dependen de medicamentos y de un tratamiento médico que es imposible cubrir por su cuenta y que el Estado les está negando.

Es lamentable escuchar al presidente difamar y descalificar a doctores y directores de hospitales y de los principales institutos de salud del país que han entregado su vida al servicio médico como Jaime Nieto Zermeño , director del Hospital Infantil Federico Gómez , así como a miembros de la industria farmacéutica y hasta a periodistas a quienes acusa de ser mensajeros de quienes tienen un interés en este sector. Ha ejercido también presión con los gobernadores de oposición condicionando la entrega de recursos para que firmen el acuerdo mediante el cual se adhieren sin reglas claras y bien definidas al nuevo esquema de operación del sector salud que centraliza la toma de decisiones en el Insabi como cabeza del sistema y da pie a una entrega discrecional de recursos e incluso ha amenazado a quienes aún no se han adherido al convenio con limitar las transferencias para la operación estatal de este sector.

Por si fuera poco, Andrés Manuel se ha atrevido a despreciar y descalificar a personas que han denunciado estar viviendo en carne propia la falta de medicamentos o de atención médica y a decir que son casos falsos sembrados por quienes tienen intereses en el sector y que todo marcha bien. El ejecutivo federal ordena la compra urgente de medicinas pero, de manera contradictoria y absurda, niega que haya una emergencia ocasionada por el desabasto.

Mientras tanto, para muestra basta un botón. Hace unos días se dio a conocer en medios locales de Chihuahua que el diputado federal Mario Mata y su abogado Carlos Vargas, quienes hoy encabezan en su estado la defensa legal para obligar a la federación a entregar medicamentos para pacientes con cáncer, en su mayoría niños, han logrado ya obtener suspensiones en nueve de los amparos promovidos, obligando así a las autoridades de salud a otorgar los tratamientos médicos a estos enfermos a fin de evitar que se sigan vulnerando sus derechos. La justicia, en principio, les da la razón. Ello no sólo prueba que a consideración de los jueces se están vulnerando derechos, sino que también constituye una evidencia de que los casos son reales y existen personas de carne y hueso padeciendo las decisiones mal tomadas por el gobierno, cuya vida está de por medio.

Aunque el presidente repita como merolico en las mañaneras que hoy los servicios de salud son gratuitos y accesibles para todos, la realidad dice otra cosa. Personas que contaban con medicamentos y tratamientos de manera oportuna, se han quedado sin ellos por la mala planeación disfrazada con la bandera de combate a la corrupción.

Sin embargo y a pesar de los costos que le pueden generar estas decisiones, el presidente sigue a la defensiva y es incapaz de revisar y replantear su estrategia de salud y, sobre todo, de reconocer que la falta de planeación por parte de su gobierno está afectando a cientos de miles de personas. Con la salud no se juega y el presidente, mientras su familia se atiende en el extranjero, está jugando con la de todos los mexicanos que carecen de recursos para atenderse en hospitales privados.

Abogada y exdiputada federal

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