La pandemia que sacudió al mundo este 2020 tuvo consecuencias negativas para todos los países, aunque menores en aquellos con mejores sistemas de salud y con gobiernos capaces de actuar de manera adecuada. México no es el caso, las decisiones que han tomado las autoridades, o la falta de ellas, nos tienen en el primer lugar de índice de letalidad, es decir, por cada 100 pacientes se mueren más que en el resto del mundo. De acuerdo con las cifras oficiales, que tampoco son confiables, al término de este año uno de cada mil habitantes habrá perdido la vida por esta enfermedad.

El impacto negativo en la salud de los mexicanos es brutal y como era de suponerse, estamos nuevamente en semáforo rojo, con hospitales saturados, una ocupación de camas al 80% y sin equipos, respiradores y personal suficiente para atender a quienes caen enfermos.

Las autoridades no han hecho nada por lograr un mejor control, y en consecuencia, hoy estamos en el pico de la pandemia y como era predecible, el contagio de éste virus aumentó y se juntó con esta época del año en que las enfermedades respiratorias se acentúan, con algunos síntomas similares al COVID y que pueden confundir o complicar la enfermedad, es decir, las posibilidades de muerte aumentan en una persona que además de influenza, por ejemplo, contrae coronavirus.

Hasta hace muy pocos días todos los comercios de la CDMX permanecían abiertos, los videos de aglomeraciones en el centro de la ciudad de México de gente sin las más mínimas medidas de higiene y el metro saturado reflejan una irresponsabilidad enorme de este gobierno de no actuar con determinación. Lo cierto es que el presidente no quiso asumir el costo de una medida que pudiera parecer impopular y, en el caso de la CDMX, la jefa de gobierno tampoco se ha atrevido a tomar medidas más enérgicas que la pudiesen confrontar con un presidente autoritario e impositivo.

El año próximo inicia una nueva etapa con la llegada de la vacuna y eso nos lleva a tener dudas fundadas de cómo será manejada. Además de la logística complicada que implica su aplicación, lo más grave es que dicha vacuna será controlada, en principio, únicamente por el sector gubernamental, y si las decisiones están en manos de quienes han sido incapaces de definir una estrategia efectiva en el manejo de la pandemia, es decir, de un equipo que ha mostrado nulo profesionalismo, indiferencia y absoluta insensibilidad ante la pérdida de vidas humanas, empezando por el presidente, las expectativas no pueden ser buenas.

No tenemos datos suficientes de cómo va la pandemia, lo cual es indispensable para la toma de decisiones del uso de la vacuna. Las autoridades sanitarias no se han enfocado en aumentar el número de pruebas y esa es información sumamente valiosa para entender como se comporta el virus y a quienes afecta más. Sin más pruebas es imposible conocer los número reales de personas infectadas, el porcentaje de la población que ha estado expuesta al Covid, el número de personas que son inmunes y de aquellas susceptibles a la infección. Estamos ante un gobierno que más que recabar datos, los inventa y los desprecia. Por ello, si bien la llegada de la vacuna es una luz al final del túnel, la falta de información nos impedirá aplicarla de la manera más eficiente posible y ello nos llevará a seguir enfrentando el dolor de más pérdidas de vidas humanas.


@lialimon
Consultora y Directora de LIMA Diversidad e Inclusión

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