El manejo de crisis es uno de los mayores retos que un líder puede enfrentar. Seguramente muchos pueblos de distintos países son críticos del papel que ha hecho su presidente ante la pandemia. Sin embargo, cuando uno analiza su actuación vemos que han tenido un mucho más certero e integral manejo de la situación que el nuestro.

Un número importante de países han anunciado paquetes económicos de apoyo a los distintos sectores, planes de rescate al sector privado, condonaciones o prórrogas en el pago de impuestos y servicios básicos, créditos sin intereses, subsidios de emergencia, fondos de desempleo y la creación de fondos para garantizar el abasto a precios razonables de insumos y equipamiento médico.

En términos de reacción ante la crisis, nuestro gobierno ha dejado mucho que desear. La comunicación del presidente ha sido errática. Su cualidad de gran comunicador se desvanece cuando deja de controlar la agenda. Ante un escenario en el que domina la incertidumbre y se requiere de un líder que dé rumbo y cierta seguridad, el Ejecutivo es incapaz de construir un discurso elocuente y una propuesta a la altura. En un momento donde lo que más necesitamos es la unidad, su estrategia sigue siendo la de dividir. Un ejemplo de ello fue la filtración de las 50 grandes empresas que deben impuestos, responsabilizándolas de que no se cuente con recursos para apoyar a las PYMES.

Casi todo su gabinete está desdibujado, empezando por el económico que debiera jugar un papel fundamental ante el inicio de una grave crisis. Esto refleja que el presidente no ha medido el impacto que la situación actual tendrá en nuestra economía. El Secretario de Hacienda, de lo poco rescatable del gobierno, no ha vuelto a aparecer tras haber presentado los pre criterios de política económica para el 2021, mismos que a pesar de ser demasiado optimistas, fueron desestimados por el presidente al día siguiente.

De igual manera, Alfonso Romo, jefe de la oficina del presidente cuyo papel principal es la relación con los empresarios, lleva 15 días ausente. No ha asomado la cabeza ni antes ni después del anuncio del presidente el pasado 4 de abril en el que no se presentó ningún plan de apoyo al sector privado y al parecer no ha logrado convencer a su jefe de la importancia de hacerlo. Esto ya incluso está empezando a generar la rebelión de algunos gobernadores del norte del país que con el apoyo del empresariado de sus estados, han hecho público su desacuerdo con el actual pacto fiscal federal.

En cuanto a salubridad, el Secretario de Salud y el titular del INSABI siguen cobrando un sueldo que no desquitan. A principios de año México vendía insumos y equipamiento de salud a China cuando otros países previeron la crisis e hicieron compras de reserva. Se tardaron casi un mes en instalar el Consejo General de Salubridad que es el órgano facultado para la toma de decisiones ante una pandemia. Varios sectores de la sociedad se adelantaron en adoptar medidas preventivas, por ejemplo, las escuelas privadas anunciaron la suspensión de clases una semana antes de que la SEP hiciera lo propio. López Gatell lleva un mes anunciando medidas de sana distancia que su propio jefe no acata. Las omisiones de las autoridades del IMSS en equipamiento, insumos y protocolos de atención ha puesto en riesgo a su propio personal médico ocasionando un número importante de contagios.

El único miembro del gabinete que ha estado a la altura de la situación ha sido Marcelo Ebrard, a quien el presidente delega igual tareas que competen a Segob, como otras del sector salud. Por ejemplo, fue el encargado de negociar el acuerdo con los hospitales privados para que apoyen al gobierno durante la crisis, así como de la compra a China de equipamiento e insumos médicos y hasta de tratar de corregir el error de Rocío Nahle ante la OPEP+. Un gigante en un gabinete de enanos.

Abogada y consultora
@lialimon

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