La destrucción y el debilitamiento de las instituciones democráticas que el presidente López Obrador ha emprendido es de lo más preocupante porque constituye un paso para dar fin a nuestro sistema democrático y de contrapesos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación , el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social , la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y toda aquella institución u organismo autónomo que se interponga en su camino de control absoluto y ejercicio del poder sin límites está siendo eliminado, cooptado o debilitado a una gran velocidad.

En esta ocasión le tocó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la institución encargada de defendernos ante violaciones y abusos de autoridad que vulneren nuestros derechos. El golpe que dieron a la CNDH los senadores de Morena a través de un proceso fraudulento e ilegal y abusando de su mayoría para designar como nueva titular a Rosario Piedra Ibarra no tiene precedente y deja a la cabeza de la institución sin la legitimidad y autoridad moral que se requiere para defender de manera eficaz los derechos de los ciudadanos.

Como lo dijo el ministro en retiro José Ramón Cossío “vencieron pero no convencieron”. Los senadores de Morena usaron y abusaron de su mayoría para torcer el proceso de designación establecido en el artículo 102 de nuestra Constitución. Primero, el jueves 7 de noviembre, hicieron fraude en la votación ocultando dos votos para cantar una mayoría de las 2/3 partes que se requiere y que nunca existió. Posteriormente, este martes 12, se negaron a reponer el proceso y le tomaron protesta a la nueva titular en medio de legítimos reclamos de senadores de oposición y de diversos sectores de la sociedad.

No he escuchado un solo argumento sólido del presidente de la República y su equipo, ni de los integrantes del grupo parlamentario de Morena que explique o justifique la presidencia de Rosario Piedra Ibarra en la CNDH. Los cuestionamientos sobre esta designación son fundamentados, a Rosario Piedra se le cuestiona la cercanía con el presidente de la República, su militancia en Morena, así como la falta de trayectoria y méritos propios para ocupar el cargo. No es discriminación, como acusan algunos morenistas, estos cuestionamientos son muy parecidos y tan legítimos como los que en su momento Morena y otros partidos de oposición y organizaciones sociales dieron contra la designación del “fiscal carnal”, que llama la atención la falta de memoria y la incapacidad, una vez más, de rectificar.

Peor aún, que Rosario Piedra haya aceptado rendir protesta en estos términos que evidentemente merma la fuerza que la institución requiere para cumplir con su mandato, es un pésimo augurio de lo que será su gestión al frente de la misma. Sus primeras declaraciones desconociendo las agresiones y asesinatos a periodistas en lo que va de esta administración, abonan negativamente a los cuestionamientos sobre su capacidad, legitimidad y autonomía.

A nadie le conviene tener una Comisión Nacional de los Derechos Humanos sin legitimidad, ni siquiera al propio López Obrador, aunque él piense lo contrario. El presidente de la República, para cumplir con su mandato, requiere de otras instituciones que le ayuden a vigilar y en su caso a señalar o sancionar los actos de sus propios funcionarios, cuando estos estén fuera del marco legal y vulneren los derechos de terceros. Más aún ante la crisis de inseguridad y violencia que enfrentamos en nuestro país.

Así, destruyendo la autonomía de las instituciones y los contrapesos, empezaron varios de los países de la región latinoamericana que hoy enfrentan graves crisis de gobernabilidad, Bolivia y Venezuela, entre ellos. Lo que estamos viendo con la CNDH debiera alertarnos y llevarnos a emprender acciones de defensa de nuestras instituciones democráticas que ha costado años construir y fortalecer.

@lialimon
Ex subsecretaria de Derechos Humanos

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