El jueves pasado, ONU mujeres, Conavim e Inmujeres presentaron una versión actualizada (la cuarta) de un estudio que comenzó a realizarse desde hace diez años, pero que tiene estadísticas de hace 20. El estudio lleva por título “Violencia feminicida en México aproximaciones y tendencias”. Contiene datos que muestran una verdad que hemos visto pintada en paredes y monumentos: NOS ESTÁN MATANDO.

Los datos que se emplearon provienen de las estadísticas de mortalidad que publica el Inegi y la Secretaría de Salud tanto a nivel estatal como municipal, además de los de homicidios de mujeres y feminicidios integrados por el Centro Nacional de Información de Seguridad Pública. Hay que recordar que el tipo penal de feminicidio se incluyó en los Códigos Penales a partir del 2012.

La primera gráfica muestra que de 1990 a 2019 se registraron 331,246 muertes accidentales y violentas de mujeres. El año clave es el 2007, ya que, a partir de ahí, la tendencia se fue al alza de manera constante al pasar de 1,089 a 2,775 en el 2012, año en el que inicia un descenso hasta llegar a la cifra más baja de los últimos tiempos que fue de 2,332 en el 2015. A partir de ahí volvió la tendencia al alza con el peor registro de la historia en el 2018 que fue de 3,752. Lo que llama la atención en esta gráfica es que hay un cruce entre muertes accidentales y feminicidio. Las muertes por accidente que se habían mantenido más o menos constantes, bajaron casi en la misma proporción que subieron los feminicidios en 2017. Posiblemente esto se deba a una mejor investigación por parte de las procuradurías o fiscalías.

Una gráfica que impacta es la de la edad de las víctimas. La violencia feminicida va contra las mujeres más jóvenes. Los grupos de edad muestran que las agresiones se comienzan a registrar desde temprana edad pero que comienzan a subir a partir del grupo de 10 a 14 años teniendo el pico más alto en el grupo de 20 a 24 años.

Según los medios de agresión usados, el estudio muestra que a partir de 2007 comenzaron a aumentar sistemáticamente las agresiones con arma de fuego teniendo su punto más alto en el 2012, con un descenso en el 2014 y un nuevo repunte continuo hasta el 2018. Las muertes por ahorcamiento, estrangulamiento, sofocación, ahogamiento y sumersión han tenido una muy ligera alza en los últimos 20 años. Lo mismo que las muertes infligidas por objetos cortantes.

Por último, es muy importante la gráfica que muestra el lugar donde ocurrieron las agresiones. El dato más relevante es el de la baja de los feminicidios en la vivienda. Pasaron de su pico más alto en el 2004 al registro más bajo en el 2019. Quiero pensar que funcionó toda la atención que se puso en la prevención de la violencia que primero se llamó intrafamiliar y después doméstica. Lo preocupante es que las muertes en vía pública tuvieron su pico más alto en el 2012 con una baja importante en el 2014 y una nueva alza que mantiene al 2019 en el mismo nivel que el 2014. Cabe precisar que, de nuevo, si se atiende a la edad, son las mujeres de 20 a 24 las mayores víctimas en la vía pública.

Esta radiografía, más allá de los valiosos datos que se extraen de las carpetas de investigación, tiene que revisarse en el contexto del acontecer nacional. La presencia del narcotráfico y la forma de enfrentarlo tienen que ser un factor a considerar; no es el único, pero sí puede ser clave para revertir las tendencias y salvar vidas. Los datos hablan, están ahí.

Catedrática de la UNAM.
@leticia_bonifaz