Si tuviéramos que escribir una nueva Constitución, seguramente incluiríamos un artículo con la decisión política fundamental de ser una república representativa, democrática, laica y federal. Eso somos, eso hemos sido, eso hemos querido ser. Hoy el tema será nuestro federalismo. ¿Goza de cabal salud?
La decisión de ser una República Federal la tomamos hace 198 años con la promulgación de la Constitución de 1824. Desde entonces, empezamos a luchar contra el terco centralismo que aún tiene profundas raíces y a menudo vuelve por sus fueros. Durante muchísimos años, el federalismo estuvo solo en el papel. Las grandes decisiones políticas siguieron tomándose en el centro.
En el siglo XX hubo varios intentos de fortalecer nuestro federalismo. En las décadas de partido hegemónico solo excepcionalmente tuvimos gobiernos locales fuertes. En el plano jurídico, desde 1917, el artículo 73 Constitucional estableció la competencia de la federación y, lo que no estaba señalado expresamente ahí, se entendía reservado a los Estados. En las últimas dos décadas del siglo XX y en lo que va del XXI, el artículo 73 creció y creció. Se fueron agregando nuevas facultades y, desde los ochentas, facultades concurrentes entre federación, estados y municipios en temas como salud, educación, medio ambiente, etc.
Las legislaturas de los Estados tienen marcada una participación relevante en el proceso de cambio constitucional; sin embargo, su intervención ha quedado como un mero trámite. Obtener la anuencia de las legislaturas de los Estados se ha vuelto sencillo porque políticamente no han tenido la suficiente fuerza para constituirse como contrapeso en decisiones que les afectan.
En este momento, como parte de la reforma electoral, se proponía la desaparición de los 32 órganos electorales locales. El argumento que se daba era de carácter económico, señalando que había ahorro si el nuevo órgano nacional propuesto, se encargaba de organizar la totalidad de las elecciones. La iniciativa ya no avanzó, pero sin duda que el federalismo se iba a ver afectado.
Cada vez que se han creado instituciones nacionales en vez de federales: la transformación de IFE en INE y de IFAI a INAI, por ejemplo, ha implicado merma en las competencias locales. Es claro que, después de casi dos siglos, no se ha terminado de otorgar la mayoría de edad a los poderes locales porque se considera que los contrapesos estatales aparentemente no funcionan. ¿Vamos a seguir con esta tendencia? ¿Por qué no buscamos más bien fortalecer a las instancias locales en vez de continuar con este proceso de sustitución de responsabilidades?
Estoy convencida de que muchos de los problemas nacionales tendrían solución más pronta con acciones locales. Es más fácil, por ejemplo, en materia de seguridad, recomponer el tejido social desde el primer contacto. Las acciones en materia ambiental también. El que la federación asuma cada vez más funciones ha provocado que desde los estados y municipios se suelten responsabilidades en vez de compartirlas y se peloteen las culpas en lugar de asumirlas.
No sé cuántos federalistas utópicos quedamos, pero la grandeza de nuestro país y la complejidad de los problemas exigen fortalecer lo local. La decisión, paradójicamente debe venir del centro. La tendencia aún se puede revertir. El fortalecimiento de cada una de las partes de la Federación tiene que redundar en mayor fuerza del todo.
@leticia_bonifaz
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