Mañana se celebra el día del libro y con él podemos abrir la reflexión acerca de las mujeres en los libros. ¿Tendríamos que remontarnos a la Mesopotamia? Todo indica que sí. Que ahí estaba Enheduanna escribiendo en tablillas y que la japonesa Murasaki Shibuki hace mil años estaba escribiendo una novela. Poco se conocía de ellas y de muchas otras hasta que recientemente han sido rescatadas principalmente por otras mujeres.

Virginia Woolf escribió, en la segunda década del siglo pasado “Ellas, Retratos de Mujeres”, donde narra la vida de seis mujeres que vivieron entre los siglos XVII y XIX. Woolf habla de la importancia de las cartas. Respecto de Dorothy Osborne, dice “si hubiese nacido en 1827, habría escrito novelas; si hubiese nacido en 1527 no habría escrito nada, pero nació en 1627 y en esa fecha era ridículo que una mujer escribiera un libro, pero no había nada impropio en que escribiese una carta. El arte de escribir cartas es, con frecuencia, disfrazado, como el arte de escribir artículos y ensayos. Pero tal como era, se trataba de un arte que una mujer podía practicar sin desexualizarse. Era un arte que se podía practicar en momentos extraños, al lado del lecho de un padre enfermo, entre un millar de interrupciones, sin provocar comentarios…”.

Las “Cartas desde Estambul” escritas en 1716 por Mary Wortley Montagu, rescatadas en 2017, son ejemplo de cartas que se convirtieron en libro.

Ha habido biografías, libros de mujeres que emplearon pseudónimos, o iniciales que escondían el sexo de la escritora, pero también ha habido un importante rescate de memoria colectiva. Esto es, de la vida de muchas mujeres a la vez. Así, la española Emilia Serrano publicó en 1890 “América y sus Mujeres”. En 1930, la venezolana Teresa de la Parra escribió “Influencia de las Mujeres en la Formación del Alma Americana”. Su objetivo era reescribir la historia y poner al centro el rol de quienes fueron acalladas.

En México, después de los esfuerzos periodísticos de Laureana Wright en las Violetas del Anáhuac rescatando vidas de mujeres, en 1962 apareció el libro de Adelina Zendejas sobre “La mujer en la intervención francesa”. Ella fue precursora en nuestro país de una historia centrada en las mujeres.

En España, Antonina Rodrigo escribió en 1979 “Mujeres Olvidadas. Las grandes silenciadas de la Segunda República”. Cuando Rosa Montero publica en 1995 “Historias de mujeres” la cita y también dice: “necesitamos saber que la vida no fue ni es como nos la han contado. Hay una historia que no está en la historia y que solo se puede rescatar aguzando el oído y escuchando susurros de las mujeres.” “La porción invisible del iceberg de mujeres silenciadas empieza a emerger ahora y tiene unas dimensiones colosales”.

Ana López Navajas habla de la ausencia de las mujeres en los libros que se revisan en las escuelas. “Tenemos una visión del mundo que se nos traslada desde la escuela donde las mujeres no aparecen. ¿Qué pasa cuando no están ellas?” “Las mujeres son las grandes ausentes de la visión del mundo que forjamos en nuestro sistema educativo y eso constituye uno de los más importantes instrumentos de deslegitimación de las mujeres y pérdida cultural para todos”.

Hoy estamos en pleno rescate de las olvidadas, soslayadas, escondidas, silenciadas, menospreciadas, invisibilizadas. Estamos completando la historia del mundo y descubriendo que siempre hemos estado ahí.

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