El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL señala en su estudio “Participación de las mujeres en la toma de decisiones en América Latina y el Caribe” (publicado en el marco del 8 de marzo de este año) que la presencia de las mujeres en los puestos de toma de decisiones políticas ha sido clave para el avance en la igualdad de género y la cultura democrática en la región.
Al mismo tiempo, dice la CEPAL, el que más mujeres se sumen a las posiciones de toma de decisiones, incide de manera directa en las políticas públicas de igualdad de género y de igualdad sustantiva, permitiendo la inclusión de planteamientos de movimientos diversos (como el feminista) en la agenda pública, leyes y discurso (mediante alianzas con partidos políticos o instituciones de gobierno).
Es decir, al ocupar más cargos de responsabilidad pública, se genera un efecto acumulativo positivo: ideas, debate y reflexión; se convierten en propuestas palpables y reales en beneficio de las propias mujeres.
En el caso de México, mujeres talentosas y capaces han demostrado que pueden destacar en cualquier campo, incluyendo la transformación de la vida nacional y el quehacer gubernamental. Hoy, por ejemplo, suman 9 las mujeres que encabezan Poderes Ejecutivos a nivel estatal y próximamente, en una de las entidades más importantes a nivel padrón electoral, el Edomex; también lo hará una mujer, independientemente de quien gane.
Lo anterior es resultado, en gran medida, de la lucha que por décadas han encabezado las mujeres por la defensa de sus derechos, incluyendo por supuesto a las legisladoras de muchos Congresos del país.
En este sentido, resulta fundamental resaltar la importancia de que exista una generación de mujeres que inspiren a otras mujeres, sobre todo a las más jóvenes, a alcanzar sus metas y contribuir con la construcción de una realidad más justa. Muchas de estas mujeres son líderes que han abierto camino en la política y el servicio público.
Ejemplos hay muchos: Victoria Rodríguez Ceja, primera mujer en ser Gobernadora del Banco de México; Rosa Icela Rodríguez, encargada de la protección y seguridad ciudadana en todo el país (cuyo trabajo, por cierto, permitió reducir las cifras de delitos como secuestro, robo y homicidio) Rocío Nahle, Secretaría de Energía del Gobierno de México; Guadalupe Taddei, primera mujer al frente del Instituto Nacional Electoral y Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México (quien se perfila con fuerza rumbo a la Presidencia de la República en 2024).
La participación activa de las mujeres en la vida pública, como dice la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es esencial para fortalecer nuestra democracia, a la vez que se promueve un desarrollo incluyente y equitativo. Nuestra presencia en política, vale la pena decirlo, inspira a las generaciones venideras y eso, por sí mismo, es un logro. Yo al menos, estoy convencida que
cuando las niñas y las jóvenes ven a mujeres ocupando cargos importantes o nunca antes ocupados por mujeres, eso se convierte en un gran aliciente.
Si bien, como señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), persisten nudos estructurales patriarcales en los sistemas políticos de los países de la región, que continúan limitando los avances hacia la democracia paritaria (como las estrategias de los partidos que todavía incorporan sólo minoritariamente la paridad como un principio rector); toca a las mujeres tomar las riendas y decir: sí podemos y podemos juntas.
La tarea es romper con estas dinámicas y promover la igualdad de oportunidades, para que cada vez más mujeres podamos acceder a posiciones de liderazgo y toma de decisiones que impacten en la vida diaria de todas y todos, de manera positivo.