No hay mesa en la que no me pregunten cómo terminará el sexenio. Mi respuesta: con lo que tenemos, la distribución de probabilidades es hoy 70% inercial, 20% catastrófico y 10% exitoso, pero el futuro no es una profecía, el porvenir se construye y estos porcentajes pueden variar en función de las señales recíprocas que se crucen entre empresarios y gobierno. Ojalá se consolide un contexto de confianza, sostenible, entre gobierno y sectores productivos. Subrayo sostenible porque esta administración ha sido pródiga en reuniones con capitanes de la industria y después despliega una retórica poco tranquilizadora. Digo yo que una cosa es perseguir factureras y otra muy diferente inquietar a la comunidad empresarial con una legislación que genera inquietud sobre la verdadera vocación del gobierno. Imagino que ni los recortes a la burocracia dorada, ni las pensiones de los expresidentes, ni siquiera el muy loable combate a la corrupción, han generado los recursos que el Presidente (suponía) fluirían cuantiosos a las arcas gubernamentales y ahora exhibe la impaciencia de quien busca el dinero hasta debajo de las piedras. Pero la confianza se construye con una actitud constante y coherente y, a mi juicio, esto no ha ocurrido, de otra manera no se explica la caída del 9% en la inversión.
¿Cuál debería ser la actitud de los empresarios? Supongo que variada, como es el sector. Hay quienes asumen que confrontar es lo adecuado, cumpliendo una función supletoria de la oposición, un poco al estilo de la dirigencia de Coparmex. Creo que un frente principista es muy útil y no se debe acallar por voluntades corporativas; no se puede callar cuando se desmontan reformas que la IP aplaudió a rabiar. Pero atención, el que no haya oposición no significa que los empresarios deban ocupar ese espacio. Muchos están irritados, pero ¿es sensato que ante un gobierno que muestra contradicciones, como promover amnistías y reducir inspecciones gubernamentales y al mismo tiempo endurecer penas y castigos, la postura en bloque sea oponerse? ¿no es mejor estar en disposición de dialogar para tratar de influir, que confrontar a un Ejecutivo exuberante? Yo creo que el CCE (como representación colectiva) tiene el tono apropiado. El Presidente dialoga con la IP, como no lo había hecho ningún otro. La presidencial es una visión general que puede ser discutida en los detalles; no es un mandatario que tenga las políticas económicas pensadas hasta sus últimas consecuencias, sino pinceladas ideológicamente orientadas y, por tanto, es fundamental estar en negociación para equilibrarlas. AMLO ha mostrado disposición al diálogo hay que reconocerlo y usar el espacio.
Algunos apuestan desde ya a que este gobierno fracase, simplemente por desquite (los Barbosa del otro lado), pero otros creen que sí es posible aumentar el porcentaje de probabilidades de que el gobierno sea más exitoso que inercial. El futuro se moldea y por supuesto una ruptura entre las élites políticas y económicas nos llevaría al abismo, por tanto hay que evitarla si es posible y hoy todavía creo que lo es. Algunos proponen una confrontación directa y me pregunto: ¿prefieren a Carlos Salazar mentando madres contra el gobierno y a López Obrador crucificando a la “minoría rapaz”? ¿les parece mejor idea? Aunque no sea lo más popular, creo que lo más sensato es mantener la voluntad de encontrar convergencia.
El gobierno ha empezado a construir la narrativa de la recesión global que se avecina como un impermeable para justificar el estancamiento. No digo que esperen, como agua de mayo, la crisis global para justificar los resultados que tenemos, pues todo México sabe que, salvo Italia, Noruega y Turquía, el resto de las economías importantes crecen más que México; por tanto, buena parte de lo que ocurre es un problema doméstico creado por este gobierno. Pero está claro que el choque externo vendrá y es mejor estar preparados. Es mucho mejor abordar la coyuntura con un enfoque colaborativo, defendiendo el principio sacrosanto de la libertad, que estar buscando paralelos heroicos de confrontaciones y apuestas por derrocar una estrategia gubernamental que todavía no cumple un año de desplegarse.
Analista político.
@leonardocurzio