Cada vez es más confuso el discurso del gobierno en seguridad. Es inquietante, de entrada, que con verticalidad política el presidente quiera fracturar el consenso que creó la Guardia Nacional (GN) y meta al país en una discordia republicana, que no ayudará en nada al tránsito institucional del 2024. La GN tiene un amplio respaldo popular (61% según El Financiero) de ahí mi preocupación por romper el consenso constitucional y exponerla a una improductiva partidización. Dividir al país en temas de seguridad es lanzar granadas al techo. Hoy ya existe una división sobre el tema que no augura nada bueno: 53% prefiere un mando militar y el 40% un mando civil.

No soy insensible al ejercicio gubernamental de rendición de cuentas y constato que ciertos delitos han disminuido, pero los niveles siguen muy altos y llevan al gobierno a una suerte de fantasía estadística. Veamos sus datos. En julio de 2022 se reportaban 6,401 delitos y, en efecto, son bastante menos que los más de 10,000 que tuvimos al inicio del sexenio, pero son muy parecidos a los que teníamos en noviembre del 2015 o durante casi todo el 2016. En materia de homicidios el panorama es peor. Los 2,679 reportados en julio del 22 son equivalentes a los más altos niveles del último trienio de EPN, aunque, en efecto, se registre una disminución respecto al 2018. Es fácil comprobar que no hay un cambio apreciable y eso lo nota la gente.

Ni el más entusiasta de los observadores puede negar la forma en que el crimen organizado ha desafiado al gobierno. La secuencia de incendios de coches y autobuses de las últimas semanas habla de un gobierno desafiado por los criminales y exhibido en sus propias contradicciones con una retórica pacifista y amorosa frente a violentos que vandalizan vehículos en sus narices. Senadores de Morena denuncian pactos con las mafias. ¿Es un infundio?, ¿es una calumnia? La percepción de que el gobierno no tiene todo el control la comparten el jefe del Comando Norte, Ken Salazar, el CCE y 2/3 de los mexicanos según el Inegi. Las percepciones son así: igual que juegan a su favor cuando al 60% les parece un buen gobierno el de AMLO, una proporción similar se siente insegura en su comunidad. ¿Está loca la gente? ¿Se imagina cosas que no ocurren?

La percepción puede tener deformidades, pero siempre se alimenta de la realidad. La performatividad del presidente tiene límites. Cuando dice que ya no hay impunidad, la gente se embelesa con su dicho, pero no le cree. Una encuesta de Impunidad Cero (que preside Federico Reyes Heróles) demuestra que sólo el 18% cree que la impunidad ha disminuido, el 33% que ha aumentado y el 46% que se ha mantenido. Las razones más esgrimidas son la inoperancia de los agentes del MP y las policías. Esa es la voz del pueblo, la de Dios, la de la historia.

Hace años otro embajador americano (Antonio Garza) le decía al gobierno de Fox: “seguridad pública, no relaciones públicas”. Este gobierno debería preocuparse menos por las redes sociales y atender más la inconformidad que genera un ambiente de zozobra, en el que no merecemos vivir. AMLO prometió pacificar el país y en su cuarto año (para infortunio nuestro) no lo ha conseguido y lo peor es que cada vez se ve más confuso su planteamiento.

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Analista.
@leonardocurzio