A mi amigo Sergio Aguayo quien pasa las de Caín circundado, eso sí, de afecto.
Pasan los días y mientras algunos gestos políticos resultan prometedores, como recibir a los coordinadores parlamentarios, hablar publicamente de la mano negra en la UNAM y frenar la legislación regresiva propuesta por la FGR, veo sorprendido cómo la energía presidencial se diluye en tareas menores, venganzas de poca monta y una aterradora voluntad de perder el tiempo.
Empiezo por esto último. La conferencia de prensa del viernes pudo haberse titulado: “Cómo perder una mañana mareando a una perdiz”. Dicen que lo más valioso en política es el tiempo de atención presidencial e imaginar reuniones para discutir si se modifica la ley de las loterías para poder sortear bienes y después anunciar que, en realidad, lo que vas a rifar es dinero es demencial… sobre todo cuando tu sistema de salud es un caos o no hay todavía orden de aprehensión para Ovidio… el chiste se cuenta solo. Pensar que, de aquí a septiembre, la energía presidencial estará puesta en promover un sorteo para vender un bien de 120 millones de dólares, es la mejor forma de hacer negocios ruinosos. Privatizar el avión presidencial le va a costar más al país, proporcionalmente, que la venta de los bancos del Estado. Claro, desde el punto de vista político es una larga campaña. México tiene Presidente, no necesita una campaña más encabezada por él.
El segundo punto es que a pesar del mal desempeño de la economía, el Presidente está dispuesto a mandar señales hostiles al sector privado. Increíble. Espero que la ocurrencia de cambiar los fines de semana largos no sea producto de una venganza al gremio porque algunos empresarios del sector no quisieron comprar el avión; pero vista desde cualquier ángulo, la idea de modificar el calendario, simplemente para satisfacer al jefe del Estado, es poco útil. El Presidente está haciendo descender la politización hasta en la forma como se organizan los tiempos libres de la gente y eso es trasladar, a los colegios y a las familias, motivos de división que resultan inexplicables para un mandatario que tiene niveles de aceptación tan altos (71% según la encuesta de El Financiero) Discutir con tus parientes si quieres mantener los fines de semana largos y ser llamado conservador por discrepar de tan arbitraria medida, es querer llevar la política hasta la sopa. Eso es funesto. Por esa vía podemos imaginar que en el mediano plazo hasta el color de los zapatos va a ser motivo de disputa política. El calendario es una convención y si ésta beneficia a la economía no veo porque, en medio del páramo económico que cruzamos, queramos echar sal sobre la tierra. Y tercero: el enorme cariño con el cual la gente se expresa del jefe del Ejecutivo y las manifestaciones de afecto que recibe por doquier, no borran el que un señor (cuyo gesto personalmente repruebo pero al que no le daría más importancia) se bajara del avión y el tema volviese a ser mencionado en una mañanera varios días después. Un Presidente tan popular debería, a mi juicio, pasar con ligereza por esos desaires; pero está claro que la bodega que es su pecho tiene una clasificador selectivo. A Del Mazo, que según su dicho le robó la elección a Delfina, lo apapacha el sábado, pero guarda en la memoria un editorial de El País de hace más de 13 años y un manifiesto firmado por Ciro Murayama en 2006. Parece la memoria de la Reina Luana. También tiende a olvidar las críticas que la prensa hizo, profusa, a sus antecesores, pero los agravios, mayores o menores de los primero años del siglo emergen con regularidad y descomponen su argumento de que no quiere distrarse persiguiendo a sus predecesores.
A lo mejor, más que un fin de semana largo el Presidente necesita algunos días de descanso para volver a ver con claridad cuáles son las prioridades del inquilino del Palacio. Aunque a él no le gusta vacacionar el derecho al descanso y a convivir con la famila es básico y saludable. Asaz largo es un sexenio para hacer grandes cosas y no para concentrarse en un avión que no ha podido vender y politizar hasta el descanso de la gente.
Analista político.
@leonardocurzio