Hoy tenemos una verdad que reemplaza todas las expresiones anteriores. Ya no hay encuestas, suposiciones, proyecciones y conjeturas que alteren el veredicto popular. Claudia Sheinbaum Pardo ha ganado las elecciones y será la próxima presidenta del país. La primera mujer presidenta tiene dos encomiendas. La primera es desarrollar un liderazgo que marque la impronta femenina. De entrada, es esperable que no padezca, como muchos hombres que han ocupado la silla, el complejo de Mesías, del Salvador que viene a cambiar el país y entienda que será la jefa de la administración pública y que gobernar implica muchas más cosas que estar en el gobierno. Se puede estar en el gobierno repartiendo dinero y propaganda, ofreciendo trabajos y colocando gente, pero gobernar es cambiar las condiciones objetivas de la gente y modernizarlo en la medida de sus posibilidades.

La segunda será dar continuidad a sus dos elementos de campaña. El primero es que “somos el mejor país del mundo” que es una triste canción de cuna para un país sediento de éxitos, un país que venera a Checo Pérez porque nos saca de la mediocridad. Estamos ansiosos de éxitos, sedientos de victorias y reconocimiento. Ni por la calidad de nuestra democracia, ni por el progreso social vemos a un México diferente, como sí ha ocurrido en muchos países autoritarios o democráticos. China, Turquía, Singapur, España o Irlanda son tremendamente diferentes de hace 25 años y en casi todos los sentidos mejores. México, igual que casi toda Latinoamérica, tiene un movimiento inercial y casi siempre sujeto a la variación de los ciclos económicos. ¿Por qué seremos el país el el mejor país del mundo? Lo tendrá que contestar este sexenio, o quedará como una frase más que sedujo a la mayoría.

El otro lema es “el segundo piso de la 4T”. Es sintomático que CSP haya elegido como promesa la única obra que en 12 años de gobierno de AMLO (en lo local y en lo federal) no es ni inconexa ni inconclusa. Es una obra que los capitalinos usamos hasta atiborrarla, a diferencia del AIFA o el Tren Maya. El segundo piso funcionó y le dio fama AMLO. Pero los capitalinos sabenos que la continuación del segundo piso fue complicada y muy cara los siguientes gobiernos. El de Ebrard y el de Mancera desarrollaron uno la continuación de Periférico Norte y el otro la salida a Cuernavaca y curiosamente Sheinbaum decidió no seguir por esa vía que implicaba un peaje enorme para los capitalinos, pues las autopistas son carísimas y las interconexiones ineficaces; son auténticos embudos y sólo benefician a quienes logran ingresan a hora temprana a las mismas. No creo en los presagios y menos en política, porque el futuro se construye no se desvela, pero lo que un político no puede hacer es desentenderse de los lemas que lo llevaron al triunfo. La oferta de la nueva presidenta consiste en edificar un segundo piso que no sabemos si será de peaje y tendrá un exceso expedito para quien lo necesite.

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