Leonardo Curzio

¿La última Cumbre de las Américas?

El continente es disfuncional, desigual, violento, ideologizado y resentido

¿La última Cumbre de las Américas?
06/06/2022 |00:07
Redacción El Universal
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¿La última Cumbre de las Américas?

El continente es disfuncional, desigual, violento, ideologizado y resentido

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La Cumbre de las Américas deja al descubierto tres elementos fundamentales: 1) la estatura de los liderazgos de la región, 2) el ensimismamiento de nuestros países en sus dinámicas internas y 3) la disfuncionalidad del sistema interamericano.

Empezaré por este último. Todos los intentos por articular esfuerzos hemisféricos han terminado en buenos deseos. Pocas regiones en el mundo han sido tan ineficaces para estructurar soluciones, para atender problemas comunes. La potencia hegemónica oscila entre esporádicos afanes de inclusión y un desinterés completo. Hemos tenido fases en las que el discurso incluyente domina, como la Alianza por el progreso o el consenso liberal de los 90, hasta el desinterés casi completo, dominante (con distintos énfasis) en el siglo XXI. La potencia carece de proyecto hemisférico y da por sentado que en su patio trasero (o como lo llame) la desigualdad social y la disfuncionalidad de los gobiernos son la norma y puede vivir con ello. Por el lado latinoamericano no ha habido, en los últimos años, un proyecto de diálogo estable, consensuado y fecundo.

El ensimismamiento de los gobiernos en sus dinámicas nacionales les impide tener ancho de banda para procesar la región como un campo de actuación. Estados Unidos tiene problemas internos y la atención de Biden está centrada en su dilema estratégico con China y la redefinición del mapa eurasiático. En América Latina los liderazgos parroquianos crecen con enorme apoyo popular. Cada loco con su tema. En este contexto casi es mejor jubilar las cumbres y optar por reuniones técnicas en temas comerciales o biosanitarios.

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Este desinterés es causa y consecuencia de la mediocridad (para pensar la región) del liderazgo político. Empiezo con Biden cuya diplomacia fue incapaz de cabildear una Cumbre en la cual sus ejes conductores fueran algo más que discursos. Una recuperación verde post pandemia debería acompañarse de un paquete de inversiones para equilibrar el avance chino. Un pacto migratorio debería incluir un fondo para apoyar a países a atender las causas de la migración. Una apuesta seria por la defensa de los derechos humanos y la prensa libre requeriría algo más que una declaración política. No basta con no invitar a los impresentables, ¿qué ha hecho la región para mejorar el destino de los venezolanos que emigran masivamente? A las cumbres se llega con propuestas financieras como los estímulos que ha aprobado la UE o el plan que el propio Biden ha impulsado en EU. ¿Era tan difícil hacer un planteamiento de algunos millones de dólares para atraer líderes americanos a algún tipo de convergencia?

Y en el sur, los liderazgos oscilan entre tonos grisáceos y patéticos. El que más agua desplaza es Fernández, pero Argentina tiene más deudas que autoridad para conducir algo constructivo. Bolsonaro es una nulidad. El resto se mueve entre el oportunismo (Bolivia) y la reorientación de prioridades (Chile y Perú). En América Central, en vez de concertadores como Óscar Arias, tenemos a Bukele; Daniel Ortega es la peor versión de sí mismo. AMLO sigue enredado en una empanada mental que combina un ALCA con una suerte de Unión Europea, coronados con planteamientos inconexos sobre la fraternidad universal y la acción concentrada en Centroamérica. Su posición ambigua respecto a su asistencia denota su debilidad y le sirve de coartada. Si tuviera una estrategia fuerte no faltaría, estaría en LA peleando por ella.

El continente es disfuncional, desigual, violento, ideologizado y resentido, con un pariente rico emproblemado que presta una atención intermitente al vecindario y una América Latina que lleva dos siglos sin resolver su atraso y 60 años tratando de justificar el anacronismo cubano.

Analista.
@leonardocurzio

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