En América Latina nos hemos especializado en tres cosas que cada vez nos salen mejor:
A) Telenovelas. Melodramas en los que los buenos pueden victimizarse frente a los malos, perversos y crueles. El mundo sería perfecto si no hubiese malos, que nunca somos nosotros. Nuestra capacidad melodramática se traslada a la historia y así los malos siempre vienen de fuera. El discurso del presidente Fernández en CELAC fue un guion de telenovela.
b) Nos salen mejor las fiestas que las tareas constructivas. Somos especialistas en celebraciones, eventos para anunciar grandes transformaciones, pero incapaces de darles seguimiento y sobre todo de llevar un registro de nuestros éxitos y fracasos. Lula regresa al escenario sudamericano 20 años después con propuestas de hace 20 años. Una dudosa formulación de moneda común que, como en una película de los “Locos Adams”, AMLO desestima sin tener claro si era una propuesta concreta o una hipótesis. En cualquier caso, le resultó tan delirante que inmediatamente la clasificó como una provocación a los Estados Unidos. Sobre la resurreción de alguna variante del ALCA que se propone desde CDMX, silencio absoluto. Es evidente que no hay la mínima coordinación declarativa y aún menos de propósitos estratégicos. Todo es un delirio de entusiasmo seguido por desafanes e incompetencias.
c) Los personajes de opereta, que han sido legión en nuestra América, hoy siguen siendo la norma. Aunque el fantasma de la extrema derecha pueda generar inquietud, hoy en día más que los ejércitos son los ejecutivos y sus ánimos de perpetuarse o disolver la representación, la principal fuente de inestabilidad de la región. Bolivia entró en crisis porque Evo Morales se saltó a la torera la legislación y el resultado de un referéndum e intentó perpetuarse. Brasil se convulsionó por la deslealtad de Bolsonaro con el sistema electoral, igual que lo hizo Trump. El hoy victimizado Pedro Castillo intentó disolver el parlamento y arrogarse plenos poderes.
En la construcción de posverdad se intenta presentar a nuestros países como víctimas de oscuras conjuras, pero la historia es como es. Lo que no podemos eludir es que la principal fuente de inestabilidad de las democracias latinoamericanas hoy es el cambio de reglas promovidas desde el poder para favorecer su permanencia con sabotajes a los órganos electorales y maniobras ocultas. Aquí, en México, esa potencial fuente de inestabilidad se llama “Plan B”. Esa (y no astronómicas conjuras) es la principal amenaza a la estabilidad democrática.
Es imposible que dejemos de ser nosotros mismos. América Latina hoy tiene tonos rojos, pero sigue siendo la misma melodramática e incompetente de toda la vida. No hay cosa más evidente que la descoordinación entre los gobiernos de la región. En Buenos Aires pudimos comprobar que Serrat debería ser invitado permanente y cantarles: “Cada loco con su tema” y terminar con el “Cambalache”, pues hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, zafio, chorro …vivimos revolcados en un merengue y en un mismo lodo todos manoseados… todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. Así estamos.