Mairena disertaba alegre sobre magnitudes económicas que se llevan mal con los versos endecasílabos y después explicar uno de sus teoremas dijo: —Martínez— dígame porque un país que aumentó su recaudación de impuestos y amplió su deuda respecto al PIB, como ocurrió en México en el sexenio de Peña Nieto, no tuvo como resultado nueva infraestructura, hospitales, caminos y puentes que explicaran con elocuencia a dónde fue a parar ese dinero .
-Trucos contables, patrañas propias de la oscura caverna neoiberal, dijo Martínez
Bien. Salga usted a la pizarra y escriba, para que todos copien, la siguiente pregunta: ¿Está más endeudado un país que debe 50% de su PIB o el que debe cerca de 60%?
Martínez —siempre oportuno— dice: el primero maestro porque es neoliberal y por tanto engañoso, falsario y con impulsos concentradores... Pero 60 es mayor que 50 a ciencia cierta y la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, bueno, en este caso Herrera o Videgaray.
¿En qué quedamos pues? ¿habla usted de política o de economía? porque la política Martínez no es ciencia cierta, copie usted 100 veces ese moderno precepto.
La política —Martínez— tiene su propia sintaxis y sus mecanismos de auto validación que funcionan como universos paralelos, son las explicaciones ideológicas. Recuerde Martínez lo que decía mi maestro Abel Martín: en toda catástrofe moral y económica solo quedan en pie las virtudes cínicas. La ideología las provee a mansalva.
Pero maestro, usted ha dicho que el amor a la verdad es el más noble de todos los amores. No discuta Martínez que no es oro todo lo que reluce, no faltan sabios investigadores y eruditos que persiguen la verdad de las cosas con la esperanza de poder quitarles lustre a las acciones el gobierno, acuciados de un cierto afán demoledor de reputaciones y excelencia.
O sea que la economía está más negra que un portugués embozado como diría Lope
No tergiverse Martínez, Lope hablaba del cielo y la economía no es más que una entelequia, pedantería de los ignorantes que rara vez da certeza.
Para los tiempos que vienen hay que estar seguros de algo: son tiempos de lucha y habréis de tomar partido. Pero usted decía que la razón humana no es hija, como algunos creen, de las disputas entre los hombres, sino del diálogo amoroso en que se busca la comunión por el intelecto en verdades absolutas y relativas pero que en el peor caso son independientes del humor individual. No insista. Tomar partido es no solo renunciar a las razones de vuestros adversarios, también a las vuestras.
Abolir el diálogo es renunciar a la razón. ¿qué piensa usted señor Rodríguez? Que, en efecto, la vida es lucha antes que diálogo amoroso y hay que vivir y por eso aunque sea mayor la proporción de la deuda actual, es menor porque el gobierno lo dice y el gobierno vela por nosotros. Bien, ya ha captado usted la esencia: estamos peor, pero estamos mejor.
Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día dicen se acuestan sin haber aprendido algo nuevo, hay otros, en cambio, que nunca se hartan de ignorar, no se duermen tranquilos sin averiguar que ignoran profundamente algo que creían saber.
Mairena se despide y el autor agradece a Lourdes Pastor por la nueva edición de las sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo.
Analista político.
@leonardocurzio