Debemos a la pluma de Jefferson la frase fundante de “todos los hombres fueron creados iguales”. Con ella mató el derecho divino. En México, debemos a Hidalgo la abolición de la esclavitud. Son, ambas, proclamas que igualan y dignifican, que humanizan y reconocen que el otro no es de diferente sustancia a nosotros mismos. A Jiménez Espriú le vamos a deber el decreto presidencial de igualdad de los hombres (y mujeres) para discrepar sin convertirse en abominables enemigos. Después de aceptar la renuncia del secretario de Comunicaciones, el presidente dijo que éste era un debate que se daba entre hombres libres, con criterio. Si efectivamente tomamos la literalidad de la expresión presidencial y la comparamos con otras de sus posturas públicas, estamos ante un cambio, fuera de ironías, extraordinario.
En la concepción presidencial ha habido, en el pasado, expresiones poco consonantes con una concepción pluralista de la vida pública, como aquella que de manera atrabiliaria lanzó sobre los compañeros de la prensa diciendo que, o se estaba con la 4T o se estaba en contra. En ese mismo cajón caben sus descalificaciones ad hóminem a consejeros electorales, intelectuales, periodistas e incluso políticos de su propio movimiento. Al reconocer el derecho a disentir, el mandatario entra a una senda irreversible, pues si considera que es derecho de hombres libres y con criterio hacerlo, ya no podrá argumentar que hay quien recibe 500 mil pesos por criticarlo, a menos que lo pruebe. En otras palabras, ya no podrá plantear que la crítica tiene (en todos los casos) motivaciones inmorales y reprobables. Gracias a Jiménez Espriú, todo hombre (y mujer, se entiende), por el hecho de serlo, tendrá derecho a acogerse a la categoría de libre con criterio y, por tanto, no ser avasallado, por las huestes del poder o desde el púlpito presidencial, por defender otras posturas.
Discrepar es un derecho que no agravia al presidente. Por la persona de Jiménez Espriú se trasmite a los demás. Es, además, un ejercicio saludable, pues abre una discusión sobre la pertinencia de una política pública que, de manera clara, el presidente ha respaldado y es la creciente militarización. Como ha ocurrido con la seguridad pública, creo que el titular del Ejecutivo procede con responsabilidad, pues tiene, efectivamente, que mandar al desván de los recuerdos todas las tesis que como opositor defendió sobre el riesgo que implica el incremento del poder militar en la estructura gubernamental. Me parece correcta la decisión porque las aduanas se habían convertido en un ente inútil que solo servía para entorpecer la vida de ciudadanos honrados con cobros de derechos y trámites engorrosos, sin proteger al país del contrabando y el tráfico de drogas, mucho menos del ingreso de armas que tanto daño ha provocado todos estos años.
Los hombres libres y con criterio podrán, ciertamente, mostrar su inconformidad sin que se degrade su condición de ciudadanos honorables como había ocurrido hasta ahora. Los que vociferan en las redes, tendrán todo el derecho como hombres libres, pero algunos con incentivos selectivos o colectivos para defender cualquier postura del gobierno, a justificar la militarización que antes caricaturizaron de forma tan ruin. Yo creo que la prueba de fuego de un político es ver cómo se comporta cuando tiene poder y cómo lo hacía cuando era opositor. Y la prueba de quienes opinan en el espacio público es ver qué defendían antes y qué defienden ahora cuando los gobiernos con los que simpatizan toman decisiones similares. El victimismo presidencial (¡a nadie habían tratado tan mal!) tuvo que morder polvo esta semana, pues además de sus aplaudidores habituales, se le reconoció, desde muchos rincones, la reforma de pensiones, la integración del INE y la defensa de la libertad de criterio. Espero que en su memorial de agravios también registre que muchos de los no incondicionales le reconocen cuando lo hace bien.
En cualquier caso: gracias Ingeniero Jiménez Espriú, porque con su renuncia, el presidente reconoce que la discrepancia es también un asunto de hombres libres y con criterio. Así sea.
Analista político.
@leonardocurzio