Veo, con desconsuelo, que la agenda legislativa se desconecta de las prioridades de la sociedad civil. La representación nacional no debería dar la espalda a las 2 mareas: la rosa y la violeta que llenaron en días pasados el Zócalo.
Mantener reglas consensuadas y un órgano electoral independiente y funcional no son peticiones descabelladas. El ánimo confrontador del Ejecutivo debió haberse atemperado por una mayoría que ha olvidado su función de representar y no sólo servir de polea de transmisión para consumar una venganza en contra de símbolos que acechan en sus noches al titular del Ejecutivo. Salvo que le hayan bajado a su valido en Guerrero, el Presidente no tiene ningún agravio de sustancia en contra del actual INE. Lo único que ha hecho es no plegarse de manera silente a su voluntad o mostrarse ladinamente servil, como lo han hecho muchas corporaciones y organismos empresariales para evitar ser zarandeados en la mañanera.
Las mujeres, por su parte, han salido a pedir que las calles y las aulas. sus casas y sus colegios sean espacios seguros. ¿Qué puede haber de más natural que pedir eso?, ¿qué puede haber de más natural que pedir legislaciones positivas que garanticen un sistema de cuidados de niños y adultos mayores que hoy pesan como fardos en los hombros de las mujeres?
Esto es mucho más importante y prioritario que destrozar al INE o, como ha propuesto algún diputado de Oaxaca, retirar la función de elegir Rector a la Junta de Gobierno de la UNAM, modificando la ley orgánica.
La agenda legislativa de la mayoría, incluida ahora la reforma del 33, que me parece un tema menor cuando lo más importante es garantizar a los naturalizados mexicanos los mismos derechos de quienes hemos nacido aquí, debería atender otras prioridades, por ejemplo, una ley de ciberseguridad y una estrategia completa en la materia. El viernes el Ejecutivo fue tenaz y profesionalmente cuestionado por Nayeli Roldán. AMLO quedó en una situación incómoda, pues no pudo explicar por qué espiaba al activista Raymundo Ramos sin la autorización de un juez. El Presidente estaba literalmente desnudo porque la guacamaya mayor le ofreció a la reportera las pruebas irrefutables de que el Ejecutivo espía. Poniéndonos incluso en la posición más pro gubernamental, es evidente que al gobierno le urge una ley que proteja sus secretos, incluso sus trapacerías, para evitar ser exhibido de manera cruel en el ciberespacio. No importa que él mismo intente denigrar a “Animal político” a los ojos de sus incondicionales, que de cualquier manera aplaudirán hasta el espionaje, pero la verdad sigue allí. No hay estrategia ni ley de ciberseguridad.
Y finalmente tampoco hay una estrategia integral que atienda el tema del agua. La Conagua es disfuncional. Hoy nos dicen las campanas que ha de llegar una desoladora sequía a la capital (a temblar) y un estudio de Delia Montero Contreras (Transnacionales, gobierno corporativo y agua embotellada. UAM) demuestra cómo los más pobres gastan parte importante de su renta en agua embotellada, porque un gobierno que tiene un Presupuesto de Egresos de 8.6 billones no puede organizarse para proveer agua potable en condiciones decorosas a la gente.
Sería mucho más productivo ocuparse de la ciberseguridad, el agua y los cuidados que usar el aparato político y de propaganda para cepillarse dos instituciones —el INE y la UNAM— que funcionan y rinden cuentas sobradas a la nación. Cuestión de enfoques.