Hoy se inaugura el aeropuerto Felipe Ángeles. Es una promesa cumplida del Presidente. Es también un momento estelar para los ingenieros militares que edificaron la infraestructura en el tiempo establecido, marcando un antes y un después en las obras públicas. Espero que siente precedente.

Hay, sin embargo, tres aspectos que sorprende que el mandatario haya descuidado y que dicen mucho de su estilo de gobierno. Un estilo que sigue una lógica lineal que maneja con dificultad la complejidad y las visiones colegiadas. De otra manera, no se entiende que la obra quede opacada por tres elementos: 1) el país sigue degradado aeronáuticamente y no se ha hecho el trabajo administrativo y técnico para sacarlo de esta situación; 2) las compañías aéreas pasan por un pésimo momento; Aeroméxico acaba de salir de la bancarrota e Interjet está en tierra. Sin un sector aeronáutico en expansión, la construcción del aeropuerto parece desacompasada o con menor brillo del que debería tener y 3) lo ya comentado por propios y extraños: la manifiesta incapacidad para coordinar el conjunto de obras de acceso al AIFA. Se podrán distribuir culpas a los gobiernos de la CDMX, el Edomex y la SICT, pero es claro que el liderazgo administrativo y político no cumplió con la función de hacer la presión necesaria para tener el paquete completo.

Quedan, pues, para el aprendizaje de las élites, las consecuencias de un enfoque administrativo hiperconcentrado e incapaz de mirar la realidad circundante con una lógica de sistema. Queda también para la experiencia nacional que más que testosterona política, se requiere una buena secretaría de infraestructura que esté en condiciones de armonizar obras públicas y evitar el desorden que hoy el AIFA deja al descubierto. Es la misma lógica que durante años se hizo con la política de vivienda construyendo aquí y allá y ya después veremos cómo se articulan los servicios y accesos. El próximo presidente será el encargado, si es que se consigue acreditar su compatibilidad con el AICM, de verlo funcionar en plenitud. De otra manera se reabrirá la opción Texcoco.

La obra pública más importante de esta administración será el sello de la 4T. Mucho más, en todo caso, que otras prioridades que han sido revisadas, no tanto por un ánimo saludable de enmendar, sino por la visible imperfección de sus diseños. Es el caso del clamoroso fracaso del Insabi. El mecanismo fue cuestionado con buenos argumentos por buena parte de los secretarios de salud que precedieron a Alcocer, mismos que fueron ninguneados y estigmatizados. Ahora, sin demasiado aspaviento, AMLO, envuelto en su frenesí revocatorio y su preocupante injerencia en los procesos electorales, ha decidido trasladar al IMSS una mayor responsabilidad  Nos encontramos con la misma paradoja administrativa del AIFA: por una parte una rama de la administración México que sí funciona (con problemas, pero funciona), es el caso del IMSS y de las Fuerzas Armadas, con concepciones organizativas que parecen más hijas de las supersticiones de la clase gobernante que de un análisis administrativo serio.

Al final del sexenio no tendremos ni aeropuertos de clase mundial, ni sistemas de salud escandinavos, pero (espero) habremos dado un par de pasos. El primero es de Perogrullo: los asuntos técnicos son de técnicos y requieren liderazgo, no solamente diatribas políticas e ideológicas.  El segundo  es que las políticas públicas requieren de una elevada dosis de pragmatismo, presupuesto y consenso para edificar instituciones llamadas a durar. El AIFA y el Insabi quedan, en definitiva, como expresiones de un gobierno que parece más volcado en ganar debates políticos y poder convertirlos en propaganda, que en dar resultados tangibles para generaciones venideras.

Analista
@leonardocurzio