Un descuido.
Messi.
Gol.
Se acabó.
Uno podría decir algo del segundo gol argentino también, pero no tiene caso. Es otro descuido, otro error de marca lamentable, otra muestra de un futbol que ha dejado de ser capaz de dar alegrías genuinas, grandes.
La realidad es que México necesitaba un partido de concentración perfecta para que lo que planteó el técnico resultara. Así ocurrió en un muy meritorio primer tiempo. En el segundo tiempo, no. Ganó el cansancio y la concentración tuvo un par de pestañeos.
Necesitaba perfección. No la tuvo...y adiós.
En algo jugó la suerte (como siempre) cuando Guardado tuvo que salir. Lo mismo nos pasó en 2006 con una lesión de Pardo , nuestro mejor hombre en aquel medio campo.
Sin suerte. Sin la concentración absoluta que se necesitaba. Y listo.
Pero inmediatamente después debe comenzar la autocrítica.
Hace casi treinta años, en la Copa América de 1993, México jugó la final contra Argentina , después de haber empatado en un gran partido de primera ronda.
Desde entonces, nos habíamos acercado a ellos, que son nuestra bestia negra en competencias oficiales.
Lo de Qatar es un golpe de realidad que debe obligar a la reflexión.
Podrá ocurrir un milagro contra los árabes (se ve muy complicado), pero contra Argentina, que es un buen parámetro regional, hemos retrocedido treinta años.
Ellos tendrán sus propias preocupaciones, sobre todo después de que se retiré ese genio que lleva la camiseta con el 10. Pero la gente que tiene el poder para tomar decisiones sobre el futuro del futbol mexicano debe mirar con cuidado el partido de hoy. Martino planteó el único partido posible, porque el equipo no da para más.
Ese es e l futbol mexicano.
Incapaz , estéril y estancado.
Una tristeza.
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