Joe Biden
, candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos , está por revelar la última pieza del rompecabezas rumbo a la elección de noviembre: su compañera de fórmula. Sabemos que elegirá a una mujer porque a eso se comprometió en el último debate contra Bernie Sanders . Es una buena decisión. El apoyo de las mujeres será fundamental si Biden ha de derrotar a Donald Trump dentro de tres meses. Las barbaridades de Trump , incluido su mal manejo de la pandemia, además de su evidente y misoginia y racismo, han resultado particularmente repulsivas para el voto femenino, comenzando con las mujeres blancas, que Trump ganó en 2016. Elegir a una mujer como candidata vicepresidencial seguramente le ayudará a consolidar parte de ese apoyo.
De ahí en fuera, la elección final de Biden es una incógnita. El momento cultural por el que atraviesa Estados Unidos, comenzando por la transformación de la opinión pública que ha fomentado el movimiento Black Lives Matter , sugiere que que probablemente escogerá a una mujer afroamericana. Pero no es un hecho. En la lista de las mujeres eminentes que la campaña dice estar considerando están al menos dos mujeres blancas y una hispana: la senadora Elizabeth Warren , y las gobernadoras Gretchen Whitmer de Michigan y la de Nuevo México , Michelle Lujan Grisham.
La decisión de Biden es importante por la elección en puerta, pero lo es aún más en función del futuro a mediano plazo del partido demócrata. Biden tiene 77 años. De ganar, es improbable (aunque no imposible) que busque un segundo periodo en el 2024. Si Biden se asume como un presidente de transición después de los años oscuros del trumpismo, su vicepresidenta se volvería, de inmediato, la favorita para las elecciones siguientes. Biden no solo está eligiendo a su compañera de fórmula. Está buscando el rostro futuro del partido demócrata, que tendrá que enfrentar, sin duda, una versión quizá más radical del partido republicano que conocemos.
Fuentes cercanas a la campaña sugieren que Biden tiene en la mesa siete nombres. Además de las tres mujeres ya mencionadas, Biden ha pensado en las congresista Val Demmings y Karen Bass , la senadora Kamala Harris además de Susan Rice, quien fuera asesora de seguridad nacional de Barack Obama . Las tres son afroamericanas. ¿A quién escogerá?
Lo primero que debe considerar Biden es lo obvio: evitar elegir a una candidata polémica, que pueda causarle problemas en alguno de los estados fundamentales en la elección. Esto afectaría a Karen Bass, cuya simpatía por Fidel Castro podría complicarle la vida a Biden en Florida . Biden también debe evitar abrir flancos de debate público que no le favorecen. La presencia de Susan Rice, por ejemplo, daría oportunidad a los republicanos de concentrarse de nuevo en la política exterior de Obama. Por último, Biden tiene que cuidarse de no escoger a alguien que deje vacante un puesto de importancia. Esto es un hándicap para Elizabeth Warren, que dejaría abierto un escaño en el Senado, dando oportunidad al gobernador republicano de nombrar un sustituto de su partido.
Con todo esto en cuenta, la favorita debe ser Kamala Harris, la senadora de California. Harris encabezó durante un buen tiempo las encuestas presidenciales y pudo ser la candidata. Su campaña finalmente no cuajó, pero sigue siendo una figura atractiva. Su capacidad como interrogadora, afilada durante años en la fiscalía estatal de California, sería útil en el debate vicepresidencial contra Mike Pence (o contra quien acompañe a Trump, que todavía podría tener reservada alguna sorpresa). Si Biden la elige, Harris dejará vacante su escaño en el Senado, pero sería un gobernador demócrata quien eligiera al sustituto. Más importante aún, por su edad y posición ideológica, Harris parece la figura idónea para la construcción del futuro del partido demócrata.
No es imposible que Biden sorprenda a medio mundo y elija a alguien que no esté en ésta o ninguna otra lista. Sobran mujeres extraordinarias en el partido demócrata. Lo único importante es que Biden escoja sabiamente. A menos de tres meses de la elección, las encuestas lo favorecen con claridad. Pero nada está escrito. Mucho puede ocurrir de aquí a noviembre. Trump ha emprendido una campaña doble: para tratar de ganar la votación presidencial y para desacreditar sus resultados si es que pierde. Biden tiene que asegurarse de obtener el mayor margen posible para restar cualquier posibilidad de duda al veredicto democrático del electorado estadounidense. En la recta final, cada decisión cuenta. La elección de su compañera de fórmula cuenta más que muchas otras.
Twitter: @LeonKrauze