A partir de hoy estaré ofreciendo a los lectores de esta columna una radiografía semanal de la elección en Estados Unidos . La cuenta atrás comienza el día de mañana, cuando faltarán exactamente siete semanas para que los votantes estadounidenses elijan entre dos opciones diametralmente opuestas, el candidato demócrata Joe Biden y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. A estas alturas, la campaña se disputa no solo día a día sino casi hora por hora. Los equipos de los candidatos tratan de adueñarse del ciclo informativo para fortalecer a Biden o Trump rumbo a los debates presidenciales, los últimos puntos potenciales de inflexión que conocemos (hay muchos que desconocemos, evidentemente). Para efectos de este ejercicio de diagnóstico, haremos un recuento del resultado de cada semana.
De los dos aspirantes a la presidencia, Donald Trump tiene mayor prisa. El viernes pasado conversé con Simon Rosenberg, analista cercano al partido demócrata. De acuerdo con Rosenberg , la desventaja de Trump lo obliga a ganar la mayoría de las siguientes semanas como un boxeador que entra a los últimos episodios de un combate sabiéndose en desventaja. Dice Rosenberg que si Trump no consigue imponer el ritmo y la agenda, su triunfo será menos probable. Las encuestas fortalecen está teoría de la dinámica rumbo a la elección. A pesar de haber salido relativamente fortalecido de las dos semanas de las convenciones de los partidos, Trump no ha conseguido recortar realmente la distancia con Biden. La ventaja de Biden en las encuestas nacionales es todavía de siete puntos, el doble del margen que tenía Hillary Clinton sobre Trump hace cuatro años. En los sondeos estatales, que son los que al final importan en el sistema estadounidense, Biden también ha logrado mantener la ventaja, aunque en algunos casos se encuentra ya dentro del margen de error. Aun así, a siete semanas, lo más probable sigue siendo un triunfo del candidato demócrata.
Eso explica la urgencia de Trump de comenzar a ganar “rounds”. Por lo pronto, el presidente de estados Unidos perdió la semana pasada con toda claridad. El golpe definitivo lo dio el periodista Jeffrey Goldberg, editor en jefe de la revista The Atlantic, uno de los foros más notables y respetados del periodismo estadounidense. A mediados de la semana, Goldberg publicó un reportaje de escándalo. A través del testimonio de varias fuentes de alto nivel dentro del gobierno de Estados Unidos, Goldberg documentó el asombroso desprecio de Trump hacia los miles de soldados muertos en batalla a lo largo del último siglo en las fuerzas armadas de Estados Unidos. Goldberg repasa la negativa de Trump de visitar el cementerio Aisne-Marne cerca de Paris hace un par de años. En aquel tiempo, la Casa Blanca insistió en que Trump se había ausentado porque la lluvia complicaba el vuelo de su helicóptero de transporte. La verdad, dicen las fuentes que consultó Goldberg, fue muy distinta. Trump optó por ausentarse de esa solemne obligación porque no quería ir a un cementerio “lleno de perdedores”. El reportaje de Goldberg incluye varias otras anécdotas similares de crueldad e ignorancia.
Trump, por supuesto, lo niega todo. Otros dentro del círculo del presidente acusan a Goldberg de confiar en fuentes anónimas que podrían ser poco fidedignas. Esto es una estupidez. Aunque lo ideal habría sido contar con fuentes “on the record”, Goldberg ha explicado que el proceso de verificación interno de The Atlantic fue, como era de esperarse, absolutamente riguroso. Debe haber sido eso y más. Una publicación como esa no da un paso de este calibre sin dejar un solo cabo. Si lo publicaron es porque lo verificaron hasta el último detalle. Por si cupiera duda, varios otros medios (incluido el mismísimo Fox News) han corroborado con sus propias fuentes de alto nivel los pormenores del reportaje de Goldberg.
El golpe periodístico de Goldberg obligó a Trump y a su entorno de comunicación a responder, distrayendo a Trump del mensaje de ley y orden que trató de imponer después de las convenciones a raíz de los disturbios en Wisconsin . En política, como en boxeo, el que está contra las cuerdas preocupado más en mantener la guardia que en tirar golpes, tiene menos probabilidades de ganar. Cada semana que Trump tenga que explicar o justificar alguna posición o declaración inconveniente será una semana de ganancia para Joe Biden. Por ahora, a siete semanas de distancia, el candidato demócrata lleva ventaja.