El debate de anoche reveló el peor escenario para el partido demócrata. El presidente Biden había convocado a un debate prematuro con la esperanza de contrarrestar la caricatura que Trump ha difundido de manera incesante y que prevalece entre buena parte del electorado: la idea de que Biden es un anciano incapaz de gobernar por un segundo periodo. Biden estaba obligado a mostrar elocuencia y vigor. Mostró exactamente lo contrario. Al hacerlo, justificó la caricatura que su rival ha dibujado y validó las dudas de los votantes. El desastroso desempeño de Biden pone al partido en una situación muy complicada. Es posible que ahora el mejor camino sea tratar de reemplazar al presidente como candidato. Después de todo, Biden no es formalmente todavía el candidato demócrata: ese proceso ocurre en la convención del partido, que se llevará a cabo en agosto. Pero la posibilidad de reemplazarlo abre un nuevo frente problemático. Si Biden se retira voluntariamente, varios candidatos seguramente entrarían a la batalla, y el partido correría el riesgo de fragmentarse antes que unirse alrededor de una figura de consenso, e incluso entonces hay riesgos: nada garantiza que esa figura de consenso logre el reconocimiento necesario como para enfrentar a Trump de manera exitosa en noviembre. Lo dicho: el peor escenario. En este momento, Donald Trump tiene un pie en la Casa Blanca.

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