La elección estadounidense de noviembre definirá qué partido controla la Casa Blanca, pero habrá mucho más en juego. Como cada dos años, se renovará la Cámara de Representantes. Habrá elecciones en 34 curules del Senado. Del resultado de esas elecciones dependerá el control del Congreso.
Hoy, los republicanos mantienen una estrecha mayoría en la Cámara Baja mientras que los demócratas controlan apenas el Senado. En 2024, el mapa favorece al partido republicano. Para retomar la mayoría de la Cámara Alta, los demócratas tendrían que ganar en estados que no parecen favorecerlos, como Montana y Ohio, y aun así estarían al filo de la navaja. La mayor oportunidad está en arrebatarle el control de la Cámara de Representantes a los republicanos. Para conseguirlo, los demócratas tendrán que ganar un cierto número de carreras específicas que se les escaparon por escaso margen hace un par de años. ¿Lo conseguirán? En Estados Unidos hay varios distritos en los que el resultado de la carrera por el Congreso y la contienda presidencial es incierto, incluso a dos meses de la elección. El destino del gobierno estadounidense dependerá, en gran medida, de esos lugares.
La semana pasada recorrí el distrito sexto de Arizona, que se extiende desde el este de la ciudad de Tucson hasta la frontera con México. La batalla por el distrito está en el aire. El congresista local es un republicano de origen mexicano llamado Juan Ciscomani, que ganó su sitio en el Congreso hace dos años por apenas un par de puntos porcentuales. Su rival es la demócrata Kristen Engel, que perdió la contienda anterior con Ciscomani, pero ahora está de vuelta con un mensaje distinto.
Las características de ese distrito crucial en Arizona y los temas de cada campaña son un buen ejemplo del debate que terminará por definir el rumbo de Estados Unidos. La candidata demócrata tiene ventaja en la zona urbana y suburbana de Tucson, mientras que su rival apuesta por el voto de los condados al sur de la ciudad, donde la vida es marcadamente diferente al ritmo y las preocupaciones de los centros urbanos.
A partir de esa división, la candidata demócrata ha hecho del derecho al aborto el centro de su campaña. La esperanza de Engel es que un número suficiente de mujeres se presente a votar para defender su libertad reproductiva, dejando de lado otras preocupaciones de política pública. Los demócratas parecen apostar especialmente a que el voto de las mujeres latinas se haga presente. Las mujeres hispanas, como las de otras minorías, se han visto particularmente afectadas por la política restrictiva del aborto, sobre todo la histórica decisión que echó abajo el derecho federal a la interrupción del embarazo.
La apuesta del candidato republicano es muy distinta. Ciscomani quiere que la elección sea sobre seguridad fronteriza y, en segundo término, sobre la economía. Apuesta a que, en un estado como Arizona, la crisis en la frontera sur sea lo suficientemente escandalosa como para animar al voto conservador. El tema tiene más posibilidades de resonar en las áreas rurales cercanas a la frontera antes que en la ciudad.
Si las mujeres y las minorías se presentan a las urnas para responder a los temas que sugiere Engel, ganarán los demócratas. Si la seguridad fronteriza impera como prioridad, ganarán los republicanos.
Este cálculo, tan claro en el microcosmos del sur de Arizona, operará en mayor o menor medida en el resto del país. Kamala Harris ha insistido repetidamente en el tema de las libertades como centro de su campaña. Por otro lado, Donald Trump insiste en el nativismo antiinmigrante desde el que ha construido su carrera política. De la respuesta de los electores dependerá el futuro de Arizona y también del país.
@LeonKrauze