El debate presidencial estadounidense del 27 de junio será histórico. En una carrera de márgenes tan estrechos, el primer encuentro entre Biden y Trump, moderado por CNN, podría moldear la percepción pública de los candidatos durante los cruciales meses de verano que preceden al único otro debate presidencial programado para septiembre.

La decisión del presidente Biden de impulsar un debate anticipado (suelen celebrarse después de las convenciones de los partidos y semanas antes de las elecciones de noviembre) es una apuesta calculada: pretende explotar la reciente condena de Donald Trump y señalarlo como delincuente convicto ante la opinión pública. Aunque arriesgado, este enfoque puede ser esencial en unas elecciones tan reñidas.

Los precedentes históricos subrayan la importancia de influir en la percepción pública durante el verano. En 2004, las aspiraciones presidenciales del demócrata John Kerry se vieron perjudicadas por la polémica de los llamados “Swift Boats”, que, impulsada por la campaña de George W. Bush, puso en duda su historial en la guerra de Vietnam y lo pintó negativamente al principio de la campaña. El incidente ilustra el potencial de influir en la opinión pública mucho antes de que las campañas de otoño alcancen su punto crítico. El equipo de Biden parece estar aprovechando esta lección para establecer una narrativa temprana y socavar a Trump.

Los problemas legales de Trump, sin precedentes para un expresidente, brindan a Biden una oportunidad única. Al destacar la condena de Trump y los numerosos cargos a los que se enfrenta, Biden espera convencer al electorado de que los antecedentes penales de Trump lo descalifican para ocupar el cargo. No será fácil. Entre los votantes republicanos, los problemas legales de Trump parecen tener un impacto mínimo y, en algunos casos, incluso refuerzan su posición como figura disruptiva frente al establishment.

Por ahora, la campaña de Biden puede consolarse con encuestas recientes. Una indica que, tras el veredicto, el 21% de los votantes independientes se dicen menos propensos a votar por Trump. Otra encuesta reciente de Fox News sugiere que Biden aventaja a Trump. Ambos resultados sugieren que Biden puede haberse beneficiado ya del aumento de la percepción negativa que rodea a su rival. Estos primeros cambios en el sentimiento de los votantes ponen de relieve la importancia del próximo debate para consolidar estas tendencias y ampliar potencialmente la ventaja de Biden.

Los riesgos de la estrategia de Biden son claros. Si los votantes perciben el enfoque en los problemas legales de Trump como una distracción de las cuestiones políticas sustantivas o como un acto de desesperación, podría ser contraproducente. Además, en un país profundamente dividido, hacer hincapié en la condena de Trump podría motivar a la base republicana, como ya parece haber ocurrido con un incremento en donaciones que ha recibido Trump.

Aun así, en una eleccion tan cerrada, en la que la balanza podría inclinarse en función de las decisiones de un puñado de votantes en estados indecisos, la apuesta de Biden quizá era indispensable. Los candidatos tendrán solo dos o tres oportunidades de hablarle a todo el país: los dos debates acordados y los discursos en las convenciones de los partidos. Biden tiene que mostrarse claro, elocuente y fuerte frente a Trump, además de contrarrestar los previsibles ataques de Trump contra su edad—y sus mentiras.

Si sale bien librado, los meses de verano podrían ser decisivos para su reelección. Si fracasa, el mundo tendrá que prepararse para el regreso de Trump a la Casa Blanca. Sin duda: el debate más importante de la historia.

@LeonKrauze

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