Todo esto que ha pasado con Samuel García en los últimos días me ha remitido a una conversación que tuve con Jesús Zambrano hace quizá 15 años. Durante una entrevista en radio, le pregunté a Zambrano si podía compartirme el nombre de algún político joven que lo ilusionara, siendo un líder histórico de izquierda. Recuerdo lo mucho que me sorprendió el silencio. A Zambrano le costó responder, y lo hizo sin darme nombres específicos.
Al principio pensé que se trataba de precaución: tal vez no quería comprometerse identificando alguna figura joven. Pero después volví a escuchar la entrevista y me di cuenta de que lo que había ocurrido era mucho más grave. A Zambrano simplemente no se le ocurrían jóvenes políticos dignos de mención.
El tiempo definirá los detalles del escandaloso desaseo que sucedió en Nuevo León la semana pasada. Aunque ya hay algunas conclusiones, me quedo por ahora con algo más general: ¿quién de los jóvenes políticos mexicanos puede realmente atribuirse la estafeta de relevo generacional qué tanta falta le hace a la política mexicana?
Una de las grandes desgracias del gobierno de Enrique Peña Nieto fue la traición del presidente y sus allegados a la promesa de renovación generacional que habían hecho de manera explícita en campaña. En el que fue quizá el spot más famoso de su campaña presidencial, Peña Nieto aparecía rodeado de un grupo de colaboradores jóvenes. Tenían entre 35 y 44 años. “Mexico va a cambiar. ¿No es así jóvenes?”, concluía el anuncio, entre aplausos del grupo. El país cambió, pero en reversa. Muchos de los jóvenes que rodeaban a Peña Nieto y muchos de los gobernadores también jóvenes por los que Peña Nieto pedía votar terminaron en desgracia, sepultando el buen nombre de una generación.
En Movimiento Ciudadano hay varios políticos jóvenes de origen muy distinto. En algunos casos, me parece que son gente de buena fe. Pero todos tienen hoy la obligación de mirarse al espejo y responder si son realmente lo que prometen ser. ¿De verdad Samuel García representa la “nueva política”, si por eso entendemos una renovación generacional auténtica, en forma y fondo?
Seguramente muchos de los políticos jóvenes de MC responderán en público que García sí representa ese cambio. Es comprensible que respondan así en público. Pero en privado es otro boleto.
Tengo para mí, sin embargo, que México todavía no conoce al político joven que tome la estafeta e impulse al país a otro discurso y otras formas en la vida pública. El lopezobradorismo se ha quedado lejos de la promesa de renovación moral que está en el centro de su identidad. Ni Claudia Sheinbaum ni Xochitl Gálvez representan ese cambio generacional. Representan otras cosas, que vale la pena discutir y debatir a fondo antes de las elecciones, pero no representan un cambio generacional.
El momento para el arribo de esa generación no será el 2024. Las cartas están echadas ya. Pero para el 2030, el asunto debe ser distinto. La generación nacida a finales de los 70 y principios de los 80 estará en plenitud. Alguien tiene que asumir la responsabilidad de representarla. El vacío no es una opción. Dejar libre el escenario implicaría claudicar en la adopción de la agenda y los intereses, de al menos dos generaciones jóvenes, a las que les surge representación, mucho más allá de TikTok y tenis fosforescentes.
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