El presidente López Obrador ha sugerido que el proceso judicial en el que se encuentra Donald Trump, y que probablemente lo verá enfrentar una acusación formal en los próximos días, se reduce a un asunto de amoríos extramaritales. También ha dicho que el asunto afectaría los derechos políticos del expresidente de Estados Unidos. Finalmente ha sugerido que el proceso contra Trump está relacionado con la batalla electoral y política y no con la justicia.

En las dos primeras hipótesis, se equivoca rotundamente. El fiscal de distrito de Manhattan no persigue a Trump por un asunto moral. Dudo mucho que le importen los hábitos adúlteros de Trump. Lo que sí le importa es el respeto a las leyes de financiamiento de campaña y la obligación que tienen los candidatos de dar a conocer el destino de sus dineros.

Tampoco es verdad que el asunto afecte los derechos políticos de Trump. Para tranquilidad del presidente López Obrador, que sigue con aparente angustia el destino del expresidente de Estados Unidos, ni la acusación, ni la condena eventual evitarían que Trump pudiera contender o ejercer un cargo público.

La pregunta restante es si el proceso contra Trump se explica desde motivos políticos. Lo primero que habría que aclarar es que esta no es la única causa que se le sigue al expresidente de Estados Unidos. Hay al menos otros tres casos abiertos en su contra, por motivos y orígenes muy distintos entre sí. En realidad, la ley es la ley y Trump no está por encima.

Ahora: eso no quiere decir que no valga la pena analizar las consecuencias políticas del momento actual. La primera pregunta, en ese terreno, es sí las dificultades que enfrenta Trump le benefician o perjudican políticamente. En una situación normal, uno pensaría que, enfrentado con un hombre acusado de delitos financieros de campaña, manejo delictuoso de sus finanzas personales y -en esta discusión, sí- una relación extramarital con una actriz pornográfica, el electorado estadounidense reaccionaría con rechazo inequívoco.

El asunto es que estos no son tiempos normales en Estados Unidos.

El partido republicano tiene tiempo siendo propiedad de Trump. Es imposible saber a ciencia cierta si esta nueva baraja de transgresiones reducirá su popularidad. Lo más probable, sin embargo, es que los votantes republicanos que le han perdonado tanto le perdonen esto también. Si así ocurre, entonces Trump se dirigirá a la candidatura presidencial republicana.

En ese contexto, llega la pregunta. ¿Qué es mejor para el partido de Biden, Trump como candidato o alguien más? A juzgar, de nuevo, por los resultados inmediatamente anteriores en procesos electorales pasados, el partido demócrata quizá prefiera a Trump como rival. No es casualidad que Trump haya perdido la elección presidencial del 2020 y que los candidatos cercanos a Trump hayan caído, en la mayoría de los casos, en la elección del 2022.

Trump podrá ser popular con los suyos, que lo siguen con una devoción absoluta, a prueba de todo, pero el electorado general estadounidense le ha dado la espalda ya de manera clara en dos ocasiones

No hay que pelearse con el éxito, pero tampoco con el fracaso.

Si alguno de los procesos judiciales contra Donald Trump termina por fortalecerlo políticamente, los demócratas seguramente no lo lamentarán

@LeonKrauze

Google News

TEMAS RELACIONADOS