A unos días de la visita del presidente López Obrador a Donald Trump , releí “Oye, Trump”, el libro de denuncia contra el propio Trump que publicó López Obrador en el 2017, en plena campaña presidencial. Lo he dicho antes: es un buen libro que recoge los discursos que pronunció López Obrador en distintas ciudades en Estados Unidos como parte de un viaje en el que se reunió con distintas comunidades mexicanas a las que prometió defender de los ataques trumpistas.
López Obrador diagnostica a la perfección el discurso etno-nacionalista de Trump, al que incluso compara con la retórica fascista que llevó al poder a Adolfo Hitler. Denuncia el muro en la frontera como un gesto de agresión inaceptable y promete enfrentar con aplomo la demagogia nativista. Identifica los desplantes trumpistas como una estrategia política, antes que económica. Finalmente aprovecha, claro, para criticar duramente la aquiescencia de Enrique Peña Nieto . Lo acusa de indigno y le reclama no entender la estrategia de Trump. López Obrador también propone hablarle directamente al pueblo estadounidense para convencerlo, primero, de los errores de Trump y, segundo, del carácter virtuoso de la migración hispana. En suma, “Oye, Trump” se lee como la admirable declaración de principios de un hombre que comprende el calibre de abuso al que ha sido sometida una comunidad honesta y trabajadora a la que promete defender sin titubeos.
Un año después, no queda nada de aquello. Es casi surrealista leer “Oye, Trump” ahora. Comparto algunos fragmentos. Aquí, López Obrador:
“Sabíamos que Enrique Peña Nieto no cumpliría con su obligación de representar a México con dignidad y que no sería capaz de asumir la defensa firme de los migrantes, como en efecto ocurrió”.
“Fue un error de los integrantes de la mafia del poder en México tomar partido se olvidaron del principio de no intervención”.
“No podemos consentir que como política de Estado se pretenda atentar contra la dignidad de los intereses legítimos de los mexicanos y de la nación”.
“La actual campaña contra migrantes en (Estados Unidos) no es solo un asunto de carácter económico sino fundamentalmente de interés político. Un grupo está sacando provecho de un sentimiento nacionalista”.
“El nuevo gobierno (de México) mantendrá siempre una actitud respetuosa hacia el gobierno de Estados Unidos, pero haremos valer nuestra autoridad soberana”.
“Defenderemos sin ningún condicionamiento el derecho de nuestros condicionales a ganarse la vida”.
“En su frontera sur Estados Unidos no tiene amenaza visible ni algo de que defenderse y el muro de Trump no tendría nada de defensivo; sería, por el contrario, una obra opresiva como el muro de Berlín…”
“Rechazamos la erección de ese monumento a la hipocresía y a la crueldad. Es una canallada que Trump y sus asesores se expresen de los mexicanos como Hitler y los nazis se referían a los judíos”.
“Enrique Peña Nieto, carente de autoridad moral y política o bien debido al chantaje que habrían podido ejercer sobre el diversas dependencias de Washington, ha permitido la insolencia y el ultraje del mandatario de Estados Unidos en contra de nuestros connacionales”.
“La subordinación del presidente Enrique Peña Nieto a los dictados estadounidenses equivale a una total ausencia de gobierno en México”.
El hombre que escribió todo esto en un libro es el mismo que ahora planea hablar con Donald Trump sobre… beisbol. ¿Qué hubiera dicho López Obrador si Enrique Peña Nieto declarara, unos días antes de reunirse con el presidente más anti-mexicano del último siglo su intención de conversar sobre golf, deporte que ambos practican? Imaginemos una escena muy parecida a la que ocurrió hace unos días, sustituyendo solo el deporte. “El presidente Trump juega golf desde joven y pues parece que tiraba alrededor de 80, pero cuando yo era joven tiraba par de campo, no es para presumir”, diría Peña Nieto, sonriente. “Así que podemos hablar de golf”.
¿Cómo habría reaccionado López Obrador a esta frivolidad, a esta indignidad?
¿La hubiera incluido en “Oye, Trump”?
Supongo que habrá que esperar una nueva entrega: “Diga, Trump”.