José Carlos Fuentes del Orbe perdió la vida en las oficinas de la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo, en Playa del Carmen.
La llamada de un amigo el domingo 29 de enero de 2023 reveló la noticia. Carlos estaba detenido. En un grupo de Whatsapp se afirmaba que había matado a Larry en la madrugada. Más tarde, un medio local en Facebook publicaría que Carlos se había suicidado a las 9 AM, dos horas después de haber sido ingresado a las oficinas de la Fiscalía.
Ningún funcionario había hecho contacto con la familia y nada de lo publicado en redes sociales tenía sentido. Carlos y Larry tenían cuatro años de ser amigos. Era tal su amistad que, en los meses más duros de la pandemia, Carlos invitó a Larry a Puerto Vallarta y éste se quedó más de un año viviendo con la esposa y los hijos de Carlos. Ahora era Larry el que recibía a Carlos en su casa de Playa del Carmen y quien le ayudaría a conseguir trabajo en alguno de los bares de la ciudad. Carlos llevaba apenas tres días en casa de Larry cuando ambos perdieron la vida.
La pareja y la tía de Carlos viajaron a Playa del Carmen el mismo domingo del incidente. Ahí, se encontraron con funcionarios de la Fiscalía incapaces de reconocer la falta gravísima de la que eran responsables. Afirmaban que Carlos se había ahorcado con su propia camisa; sin duda, había sido un suicidio.
¿Un suicidio? ¿En una celda con otro detenido, monitoreada por cámaras?
Los mismos funcionarios se negaron a compartir información básica con los familiares. Por ejemplo, se negaron a dar el número de carpeta de investigación que motivó la detención. Se negaron también a compartir documentación que indicara si habrá de investigarse la muerte de Carlos. Se limitaron a decir que, con el supuesto suicidio, los casos tanto el de Larry como el de él estaban concluidos y cerrados. El único documento que la familia logró obtener fue el acta de defunción señalando la causa de muerte: asfixia por ahorcamiento.
El cuerpo sin vida de Carlos fue entregado en condiciones indignas. Había permanecido 36 horas en el calor con los refrigeradores de la Semefo descompuestos. Sólo fue posible identificarlo por sus tatuajes. Ya en la Ciudad de México, los familiares descubrieron que el cuerpo emplayado en plástico tenía una necropsia sin suturas apropiadas de donde emergían las vísceras y otros líquidos. Lo más grave es que mostraba haber sido sujeto de violencia extrema, tenía golpes que no eran visibles en las fotos del momento de su detención y los signos de ahorcamiento eran inexistentes.
La Comisión de Derechos Humanos en el estado inició la queja VA/SOL/018/01/2023. Sin embargo, no ha querido informar de ella a los familiares de Carlos, mientras no obtengan la documentación que la Fiscalía les ha negado.
La muerte de una persona detenida en una fiscalía es un incidente de enorme gravedad. Dada la prevalencia de tortura en México, es imposible dejar de cuestionarse si lo que sucedió ahí fue un suicidio o si se trata de un homicidio cometido, paradójicamente, por los funcionarios encargados de investigar los delitos.
Para la Fiscalía es como si nada hubiera ocurrido. Para los familiares de Carlos, los hechos siguen siendo inexplicables. Según las fuentes que han consultado, este es el cuarto “suicidio” en esa agencia de ministerio público de Quintana Roo. Como observadora externa, la procuración de justicia le ha fallado tanto a Larry como a Carlos y no muestra signos de reparar el daño que ha causado.
Investigadora en justicia penal.
@LaydaNegrete
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.