Martijn y La Luz del Mundo son dos organizaciones que han cometido actos atroces bajo una apariencia de legalidad. Una revisión sobre cómo fueron creadas y cómo lograron subsistir dentro del ecosistema legal, en sus países respectivos, nos debe servir para combatir los delitos que desde ellas se han orquestado.
El 5 de junio del 2022 la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México anunció la detención de Nelson M, acusado de la probable comisión de delitos asociados con pedofilia. El detenido es un conocido miembro de la organización Martijn, asociación civil creada en los Países Bajos con el fin de promover la aceptación y la legalización de las relaciones sexuales entre adultos y menores de edad.
A pesar de la polémica agenda de la organización Martijn, le llevó varios años al gobierno y tribunales de los Países Bajos lograr una resolución legal que permitiera su disolución. De hecho, la respuesta oficial se movió en un péndulo casi perfecto entre declaratorias de legalidad e ilegalidad sobre los fines de la organización. Así, en 2011, el departamento de Justicia de los Países Bajos declaró que la organización no era ilegal y que los eventuales delitos cometidos por sus asociados debían de quedar separados de la persona moral. Un año después, en 2012 una corte de ese país determinó que los fines de Martijn eran ilegales y ordenó su desmantelamiento. En 2013 una segunda instancia judicial insistió sobre la legalidad de la organización y le permitió su subsistencia. Fue hasta 2014 cuando la corte suprema de los Países Bajos, Hoge Raad, decidió, de forma definitiva, que la existencia de Martijn atentaba contra valores esenciales del sistema jurídico de ese país y que, si bien era importante proteger los derechos de asociación y libertad de expresión, esto no podía hacerse vulnerando los derechos que tienen los menores de ese país de vivir una vida libre de violencia sexual.
La discusión legal en torno a la disolución forzada de Martijn sirve para entender los límites de la libertad de asociación y de expresión. Pone sobre la mesa preguntas tales como: ¿se puede legalmente promover la legalización de conductas ilegales? ¿Pueden las personas expresarse en favor de conductas delictivas? Desde un punto de vista práctico también presenta la pregunta de qué hacer con organizaciones que aparentan legalidad, pero que son usadas por sus miembros para cometer ilícitos. Son justamente estas preguntas las que hoy son aplicables al caso de la organización La Luz del Mundo.
La Luz del Mundo es una organización mexicana, autodenominada cristiana, creada en 1926 en el estado de Jalisco. Su líder, Naasón Joaquín García, fue condenado la semana pasada a una pena de prisión de más de 16 años en una corte de Los Ángeles, California, en Estados Unidos. Naasón admitió haber violado a varias mujeres, algunas de ellas menores de edad, usando su poder como líder de la organización.
Tal y como sucedió en el caso de Martijn en los Países Bajos, La Luz del Mundo es una organización civil que está usando las herramientas que le da su legalidad para apoyar incondicionalmente a un delincuente que ha cometido actos muy graves.
La condena de Naasón en la corte californiana exige revisar la postura que debe tener el gobierno mexicano sobre la Luz del Mundo. Es urgente que la Fiscalía General de la República inicie las acciones legales que impidan seguir operando a esta organización y que haga las investigaciones necesarias para hacer justicia a las posibles víctimas de Naasón que residen en México.
Investigadora en justicia penal.
@LaydaNegrete
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