La vida está llena de oportunidades y de decisiones que nos llevan al punto en el que cada uno de nosotros está actualmente. Recordemos qué difícil decisión es escoger la carrera que vas a estudiar. Salvo algunas excepciones, la mayoría tenemos que encontrar o encausar nuestra vocación. Cuando eres aún adolescente tienes que elegir el camino que seguirás por el resto de tu vida, definir a qué te vas a dedicar, pensar en qué te gusta y en qué te va a dar para comer. ¿Qué estudiar? Para mí la respuesta obvia fue: Ingeniería Civil. Una de las carreras más viejas y también de las más completas; puedes dedicarte a trabajar en campo o en gabinete; puedes dedicarte a cuestiones técnicas o administrativas; a las finanzas o a construir presas. Y qué mejor lugar que la Facultad de Ingeniería. Ahora veo que estudiar en la UNAM fue una de mis más grandes oportunidades en la vida.
Entre la gran diversidad de alumnos que buscan abrirse paso en la vida mediante el estudio, conocí a personas que pasaron a formar parte de mi vida. Tuve la suerte de tener como profesores a íconos de la Ingeniería Civil en México, algunos, desafortunadamente, ya han fallecido, pero marcaron la pauta de la ingeniería en el país. Poco antes de terminar la carrera tuve la oportunidad de trabajar en el CAPFCE (Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas) y ahí comenzaron los retos. Por primera vez me enfrentaba a planos de verdad y a memorias de cálculo que tenían una trascendencia real, no sólo académica.
He colaborado en despachos de ingeniería y actualmente soy integrante del Instituto para la Seguridad de las Construcciones, en donde entre otras actividades, hemos trabajado con la Comisión de Reconstrucción de la Ciudad de México. Me llena de satisfacción participar en esta ardua tarea con la que se apoya a los damnificados por el sismo de 2017, de tal manera que mucha gente ha recuperado su vivienda con la ayuda de recursos públicos.
La vida da muchas vueltas; después de más de 30 años de trayectoria profesional nuevamente estoy trabajando con escuelas. No desde la misma trinchera, pero de igual manera con el objetivo de lograr que las escuelas sean seguras. Ahora valoro conscientemente la gran trascendencia de esta actividad, pues la educación es el pilar de un país. Si hay gente educada no habrá gobierno que pueda desestabilizar un país y para eso se necesitan escuelas seguras.
En este contexto considero oportuno dirigir un mensaje a la niñez y a la juventud, espero lograr transmitir con mis palabras lo que pienso y siento. El remolino de información que recibimos y la publicidad a la que nos someten los medios de comunicación pueden sesgar nuestros anhelos y objetivos hacia caminos poco convenientes. Estamos creando una sociedad en la que los niños ya no quieren ser bomberos y las niñas ya no quieren ser maestras, ni siquiera sueñan con ser astronautas. Los invito a reflexionar considerando que el servicio a la sociedad, a través de cualquier trabajo digno, trae muchas satisfacciones. Una vida de trabajo, disciplina y esfuerzo trae más satisfacciones que cualquier acción ilícita o que pueda dañar a los demás. Estudien, trabajen y lo demás llegará por añadidura. La UNAM les da esa oportunidad.
Finalmente, debo hacer un reconocimiento a la importante labor que realiza la Fundación UNAM desde su creación en 1993, a través de la cual todos los que tenemos espíritu universitario podemos impulsar a los alumnos con buen desempeño para que continúen sus estudios con un apoyo económico.
Directora de Dictámenes de Seguridad Estructural de Edificaciones Existentes. Instituto para la Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México.