El mandato de Claudia Sheinbaum cumplirá apenas los tres meses, y la presidenta de México ha arrasado en las listas o nominaciones de algunas de las publicaciones más renombradas del mundo. Forbes, TIME y Finantial Times. Digo arrasado porque no recuerdo a ningún presidente o funcionario mexicano haber aparecido en tres publicaciones de este tipo al mismo tiempo, aunque bien ahora estamos hablando de dos listas dedicadas específicamente a las mujeres y solo una a la persona del año. Poderosa, influyente y relevante son los adjetivos que utilizan los editores seleccionadores, y quienes a veces argumentan y toman decisiones con base en mediciones y data de impacto, pero que otras veces solamente lo hacen desde su visión periodística. Si bien, la gran anotación de Sheinbaum va más recargada en el histórico hecho de convertirse en la primera mujer presidenta de México, y no le quita mérito a ella ni a México que se le tome en cuenta, sí hay que tener claridad por qué aparece en esas listas. Por un lado, el país es la 12ª economía del mundo, según el Banco Mundial, cuando se mide por el producto interno bruto, pero además existen otras cuestiones relevantes que estarán en juego próximamente, dado el peso de México en el comercio internacional, especialmente bajo la negociación del T-MEC con Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Es decir, Sheinbaum no es presidenta de un país bananero. Por otro lado, este 2024 se termina contando a 26 mujeres jefas de estado y de gobierno, a diferencia de las 38 (cifra récord) del año pasado. La disminución tuvo algo que ver con derrotas asociadas con el declive democrático a nivel global y con la prevaleciente violencia de género ejercida contra las mujeres que se postulan para un cargo público, como el caso de Kamala Harris. Así que el triunfo de Sheinbaum resonó con contundencia, por no decir con bombo y platillo, ante este panorama internacional. El liderazgo femenino desde una nación del G20.

Ahora, el liderazgo de Sheinbaum más que diferenciado ha sido de apego a la narrativa del sexenio anterior, por presión, circunstancia o voluntad, o la combinación de las tres cosas, así lo ha ejercido ella. ¿Y a eso se le puede llamar liderazgo? Muchos dirán que no, muchos le llamarán sumisa pero la realidad es que hay que esperar a los resultados.

Al llegar a la presidencia, ella se encontró con el retador paquete de la situación económica, la deuda pública (que cerró el sexenio en un porcentaje de 49.3 del PIB, mayor a lo esperado), y la creciente violencia no atendida en el sexenio anterior, que cabe recordar que es una violencia que aumenta junto con el poder del crimen organizado para operar políticamente. Y entonces cabe recordar que una golondrina de fentanilo no hace verano y que Trump asume el próximo 20 de enero con todo y amenazas. Sheinbaum ha respondido a las presiones del republicano con claridad y carácter, pero se necesitará mucho más que eso. El verdadero liderazgo y la influencia a construir por la presidenta está todavía por verse, y no solo en el tema internacional.

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