México es el segundo país con más migrantes del mundo, de un total de 272 millones registrados el año pasado. Tan solo en Estados Unidos hay más de 12 millones de migrantes mexicanos, lugar de donde procede 95% del total de remesas.
Los envíos del exterior representan 3% del Producto Interno Bruto (PIB) y 4.5% del consumo, y se les atribuye un efecto multiplicador porque sus destinatarios ―fundamentalmente familias de bajos recursos― tienen una gran propensión a consumir.
En 2019, por cuarto año consecutivo, los envíos del extranjero alcanzaron un máximo histórico de 36 mil 49 millones de dólares (mdd). Tan solo tres entidades ―Michoacán, Jalisco y Guanajuato― recibieron poco menos de 30% de los envíos. Este año, pese a la situación de pandemia por Covid-19, BBVA Research estima que se podría alcanzar otro pico histórico de 39 mil 400 mdd, con un crecimiento de 9.3% anual.
En el primer semestre del año se recibieron poco más de 19 mil millones de dólares (10.5% más con relación a igual periodo en 2019) y en el octavo mes del año ingresaron 3 mil 574 millones de dólares (5.32% más respecto a igual mes del año pasado), lográndose un nuevo récord, sumando 26 mil 395 mmd de enero a agosto e hilando cuatro meses consecutivos de alzas.
Esta cifra, que es la segunda más elevada desde que se tiene registro, obedece de acuerdo con los especialistas a una mejor evolución de la economía estadounidense y a un importante aumento de la ocupación de trabajadores migrantes mexicanos, ya que la tasa de desempleo en este colectivo se redujo de 17.7% en mayo a 8.8% en agosto.
Así, contrario al desplome que se preveía como consecuencia de la pandemia de Covid-19, las remesas no solo no han caído, sino que han aumentado y alcanzado niveles históricos. El muy importante aumento en marzo (35%) y el avance desde mayo incluso han superado las estimaciones pre-pandemia que había a principios del año.
Esta situación llama la atención, porque el aumento en el envío de remesas no sucedió en países como Colombia, Brasil, República Dominicana o Haití, donde incluso disminuyeron alrededor de 20% en el primer semestre.
La remesa promedio es de 335 dólares y se estima que llegan a 10 millones de hogares mexicanos. Solo 12.8 millones de mexicanos mandan remesas al país, ya que el resto, 25.8 que ya nacieron ahí, pertenecen a la segunda y tercera generación, y ya no envían dinero a México.
La proporción de migrantes no documentados ha disminuido en la última década (de 6.3 a 4.9 millones de personas, que es alrededor de 40% del total) y son los que ostentan empleos de menor remuneración por ser de más baja calidad, y tampoco son sujetos a los apoyos de desempleo por el Covid-19.
Con las cifras anteriores y con una remesa promedio de 7 mil 370 pesos en estados como Oaxaca, afirma Tendencias Económicas, no debería haber niveles tan elevados de pobreza: de acuerdo con el Coneval, en ese estado 66.4% de la población está en esa situación, y 23% vive en pobreza extrema. Si 35% de su población recibe recursos por más de 7 mil pesos, esto significaría 120 mdd en promedio al mes y mil 440 mdd al año, que son alrededor de 30 mil millones de pesos y es 40% de todo el presupuesto del estado.
Esta inmunidad de las remesas al coronavirus permite dudar del origen de estos envíos y, lamentablemente, no poder considerarlas como fuente de desarrollo económico ni pilar de nuestra economía si no llegan a quien deben llegar.
Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac México, campus Norte
Email: idea@anahuac.mx