En medio del confinamiento que ha dejado estragos en nuestras vidas, economía, política y sociedad, cada vez hay más voces que se yerguen sobre lo que esta situación nos está dejando.

Es frecuente oír hablar de “lo que hoy valoramos y antes pasaba desapercibido”; “lo que “significará regresar a la cotidianidad, en medio de la incertidumbre y el miedo”; lo que “no tenemos y debimos haber tenido para una situación inédita cómo está”. En fin, una serie de discusiones que surgen una y otra vez, en este distanciamiento involuntario.

Valdría la pena reflexionar sobre algunos de estos cuestionamientos:

• Aplicación y uso de la tecnología. Entre los países más exitosos en el combate a la pandemia, están aquellas naciones dotadas de tecnología, la cual les ha permitido, sobre todo a través de inteligencia artificial y analítica de datos, aplanar drásticamente sus curvas de contagio y muertes. Tal vez la reflexión debería ser acerca de la importancia que revisten las tecnologías de la cuarta revolución industrial, incluso para defender la vida. Lo cual supera el uso de la tecnología sólo para “facilitar la forma de vida”.

• La importancia de la satisfacción de las necesidades básicas. De acuerdo con las estadísticas de pobreza multifactorial, la carencia más importante en México es la de seguridad social; esto es la protección que la sociedad proporciona a los individuos y hogares para asegurar acceso a la asistencia médica y garantizar el ingreso, principalmente en caso de vejez, desempleo, enfermedad, invalidez, accidentes de trabajo, maternidad o pérdida del sostén de la familia. Sistemas de salud saturados y pobres, incluso carentes de insumos para la protección básica de su personal, ponen en vilo la lucha contra la pandemia y la protección salarial a los trabajadores. La crisis del Covid-19 nos pone a prueba para salvar vidas, pero también salvaguardar el empleo y la estabilidad social de las economías.

• La importancia de los presupuestos para científicos e investigadores, grupo esencial en estos momentos, por la tan ansiada vacuna. Adicionalmente, está la imperiosa necesidad de que políticos y científicos dialoguen, dejen de lado sus diferencias, para salvar vidas. En un artículo de The Lancet se discute el desafío, casi universal, de traducir la ciencia en políticas públicas, es decir, en acciones operativas. Sin embargo, por difícil que pudiera parecer, en una emergencia como la que vivimos, se tiene que disponer de un lenguaje claro y oportuno, evitando comunicaciones ambivalentes o, peor aún, contradictorias.

• La estabilidad macroeconómica exige la coordinación de políticas fiscales y monetarias. Cada una tiene su función, que a fin de cuentas es ayudar a amortiguar el tremendo impacto económico sobre el sistema financiero y la planta productiva, lo que se traduce en generación de empleos y bienestar social, sobre todo de los más vulnerables. La gestión de una pandemia, con fines meramente políticos, es un error gravísimo, porque habrá secuelas irreparables económicas y humanas.

• El “trabajo en casa” ha adquirido bríos insospechados con la pandemia. El teletrabajo ha querido recrear el trabajo en oficina; sin embargo, esto requiere protocolos y buenas prácticas. Se ha evidenciado un uso excesivo de juntas a distancia, que absorben largas horas de trabajo síncrono, a veces de manera improductiva, sin lograr una organización de la videoconferencia y sin pensamiento crítico, que apoye a participar a “todos y cada uno” de los miembros del equipo y, sobre todo, que respete horarios. Detrás de esto están, entre otras reflexiones, la importancia de la inversión necesaria en equipos y software que faciliten el trabajo a distancia, la organización y relevancia de la colaboración en equipos, además del balance vida-trabajo.

Sin duda, la era post Covid-19 dejará secuelas y cambios en todas las economías y en nuestra forma de vida.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac
en la Universidad Anáhuac México, campus Norte

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