Ante la ola de inestabilidad de los mercados financieros, los bancos centrales han decidido actuar de manera más agresiva.

La Reserva Federal (Fed), después de conocerse la inflación de mayo (8.52%, desde 8.22% en abril), la más alta en 40 años, decidió meter acelerador e incrementar, de forma inusual, su tasa de referencia en 75 puntos base, lo que ha sido la subida más drástica en los últimos 20 años, para llevarla a un rango de 1.50% a 1.75%

Otros grandes bancos también se están volviendo más agresivos en su lucha contra la inflación como el suizo, que subió su tasa en 50 pb, movimiento totalmente anormal, así como el Banco de Inglaterra, que tomó una posición más moderada subiendo su tasa en 0.25 puntos porcentuales, llegando a 1.25%. Sin embargo, ésta es su quinta subida consecutiva y el nivel de endeudamiento ha alcanzado su nivel más alto en 13 años. El Banco Central Europeo (BCE) ha declarado ya el final de la compra de bonos, así que la tendencia alcista en tasas ha comenzado en el Viejo Continente. El BCE podría subirlas hasta 3%, e incluso más arriba de este nivel. Esto ralentizará la economía aún más, al encarecer el crédito y desincentivar la inversión.

La pregunta es si un aumento importante en las tasas de interés no tendrá un fuerte revés en el crecimiento económico. De hecho, Jerome Powell, presidente de la Fed, ha afirmado que factores fuera del control del banco central, como la elevación del precio de los commodities por la invasión rusa a Ucrania, disminuyen la probabilidad de un “aterrizaje suave”.

La mayor alza en las tasas de interés desde 1994 avivó los temores de recesión en la mayor economía del mundo, provocando una vez más fuertes caídas en los índices bursátiles. Los pronósticos de crecimiento económico ya han sido ajustados a la baja, estimándose un aumento del Producto Interno Bruto (PIB) por debajo de 2% en este año y los próximos dos.

Lo cierto es que la tendencia apunta a que la Fed decida seguir subiendo su tasa de interés en los próximos meses, en su ciclo “hawk”, seguramente a un ritmo de 25 y 50 puntos base en las siguientes seis reuniones, para llevarla a un intervalo de 3.0% a 3.25% a final de año y de 3.75% a 4% en marzo de 2023, y mantenerla ahí por lo menos hasta 2024.

Además, en Europa el temor se extiende a las economías más endeudadas, por lo que una política monetaria rígida significará un fuerte golpe a las finanzas de dichos gobiernos. Además de esta problemática sobre la sostenibilidad fiscal, el Banco Mundial asevera que estos países se encuentran en la necesidad de mitigar los efectos de las múltiples crisis en los ciudadanos más pobres. El escenario para Europa y Asia Central es de decrecimiento este año (-2.9%) y una leve recuperación de 1.5% para 2023, de acuerdo con el mismo organismo.

Una recesión en Estados Unidos sería una pésima noticia para México, ya que las exportaciones han sido el motor de la economía, sobre todo las manufactureras. Además, esto debilitará uno de los factores de coyuntura que han apuntalado al peso, que también está siendo afectado por la creciente inseguridad, que inhibirá al turismo y la actividad económica en general.

Un menor producto interno bruto significará también, entre otras cosas, menor recaudación, y mayores tasas, pues se estima que la de referencia podría llegar hasta 9.5%. Esto significaría un más elevado costo de la deuda, lo que es riesgoso, cuando las finanzas públicas comienzan a ser el talón de Aquiles de la economía mexicana. Además, este suceso castigaría más la inversión, lo que inhibirá más el ritmo económico, y la recesión podría hacerse realidad en 2023 e incluso hasta 2024.

Coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios, Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte
Email: idea@anahuac.mx
Twitter: @IDEA_Anahuac

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