Durante 50 años, el acceso al Espacio fue dominado por las grandes agencias, cuerpos militares y corporaciones gigantes de los países desarrollados. Todo ese tiempo vimos desde México la tecnología espacial como algo fascinante, pero ajeno.
Pero la actualidad nos plantea un escenario y un contexto distintos, aunque la gran mayoría de la gente y de los gobernantes del mundo en desarrollo no lo sepa aún.
Vivimos una época disruptiva en los medios de acceso, herramientas y usos del Espacio, desde el punto de vista técnico, las raíces de esta transformación son la rápida miniaturización de la tecnología y sus bajos costos, además de la necesidad de incrementar la velocidad de implementación.
El resultado, para beneficio de todos; de la humanidad, y por supuesto de los mexicanos, es la democratización del Espacio; un proceso en expansión geográfica y social que involucra la introducción de nuevos actores y novedosas oportunidades de negocios.
Así como Internet fue originalmente una red de incubación de cientos de emprendedores, hoy la conquista del Espacio está destinada a convertirse en el ecosistema para germinar innumerables empresas e ideas innovadoras que provocaran múltiples impactos benéficos a la sociedad.
Grandes empresas y, notoriamente, pequeñas y medianas también, están utilizando el Espacio para crear nuevas formas de negocio, ofrecer servicios y producir datos clave para procesamiento y comercialización.
Una de las herramientas icónicas representativas de esta transformación son los nanosatélites, ya sea individuales o, en un futuro cada día más cercano; constelaciones.
Los nanosatélites son una nueva herramienta y filosofía de utilización del Espacio: de la confiabilidad absoluta, a la administración del riesgo; de la especialización en el hardware, a la focalización en el servicio; de la planeación minuciosa, a la rápida y eficiente productividad; de los datos pos-procesados, a la información en tiempo real; de la vajilla de plata, al tenedor de acero inoxidable.
El desarrollo de nanosatélites requiere de un nuevo ecosistema espacial dedicado para la puesta en órbita de constelaciones; un nuevo tipo de consorcio espacial productivo que incluye estaciones, sistemas de control satelital, software de control y monitoreo, subsistemas especializados, paneles solares, baterías y cohetes; bueno, hasta técnicas de producción, integración y validación masiva de satélites.
En 2022 se espera que 75% de los nanosatélites en órbita tengan objetivos exclusivamente comerciales.
Los nanosatélites son una oportunidad de negocios basada en costos tecnológicos exponencialmente decrecientes. Estas oportunidades se sustentan en tres conceptos claves: metodologías flexibles, corto tiempo de desarrollo y bajos costos.
Las aplicaciones son múltiples, como Internet de las Cosas (IoT), al integrar numerosos sensores y dispositivos terrestres a través de constelaciones de satélites.
Además, para ciencia básica y aplicada, agricultura, ganadería, comercio marítimo y terrestre, salud, seguridad, control de máquinas y equipos en tierra, y muchas otras que no podemos aún imaginar.
El asunto es brindar a los jóvenes emprendedores, a los inventos e innovaciones del mañana, una plataforma confiable, científica y tecnológica, para transformar sus vidas y las de todos en consecuencia.
Podemos hablar también de que los nanosatélites son generadores de toneladas de datos en tiempo real, los cuales, integrados a grandes y eficientes bases de procesamiento, pueden ser tratadas con minería de datos e inteligencia artificial.
Formar parte de esta nueva industria de los micro y nanosatélites, en la que ya participan actores como SpaceX, de Elon Musk, significa destrozar paradigmas y seducir a decenas de millares de nuevas mentes creativas para conectarlas a un sistema complejo, cuyas propiedades emergentes nos sorprenderán y, sobre todo, volverán prósperos y ricos a los países que tengan la visión de entrar a la conquista de las órbitas terrestres.
¿Dónde está México en esta nueva carrera mundial? El Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las 100 mejores del mundo, acumula 15 años de experiencia en proyectos espaciales, muchos de ellos internacionales.
De la mano del Gobierno de Hidalgo, LINX trabaja desde hace poco más de un lustro para posicionar a México en este específico sector, con la próxima creación del Laboratorio Nacional de Acceso Espacial, un centro integral para el desarrollo de instrumentación e incubación de pequeñas empresas vinculadas a proyectos concretos. Un esfuerzo de triple hélice que incluye a la academia, al gobierno y a empresarios de visión que le apuestan al país.
Un fruto de ese esfuerzo maduró el fin de semana pasado con lanzamiento exitoso del nanosatélite NanoConnect-2, enteramente diseñado y construido por LINX e íntegramente fondeado con capital privado.
NanoConnect partió a su destino en la Órbita Baja de la Tierra el pasado 27 de febrero, desde la base india SHAR, del Dhawan Space Center, a bordo del cohete PSLV-C51.
Desde una órbita a polar a 504 km de altura, NanoConnect-2 ya ha sido detectado casi una centena de veces por estaciones de rastreo en todo el mundo y se encuentra en fase de comisionamiento.
Esta misión validará la plataforma satelital y su capacidad de prestar servicios a cargas útiles externas; NanoConnect-2 integra una innovadora antena secundaria fabricada con nanomateriales, producida por una empresa americana que desea posicionarla en el mercado espacial. Esto es un paso importante para trasformar esta innovadora plataforma creada por manos mexicanas, en una herramienta para aplicaciones científicas y comerciales.
NanoConnect-2 es parte de una serie que comenzó con un primer satélite en vuelo estratosférico en 2017, lanzado en persona por el gobernador Omar Fayad Meneses, y que será seguido, en el primer semestre de 2022, por una versión más avanzada, NanoConnect-3, en paralelo con el lanzamiento de COLMENA, la primera misión mexicana a la Luna, enteramente desarrollada en LINX-ICN-UNAM y que pondrá 6 micro robots sobre la superficie lunar en el segundo semestre de 2021.
Un plan estratégico de corto, medio y largo plazo para posicionar, desde Hidalgo, a México en el espacio; un plan que nace en la máxima casa de estudios del país, la UNAM, y que cuenta con el eco del gobierno hidalguense que ve en la ciencia, tecnología, innovación, perseverancia y las manos de talentosos jóvenes, los ingredientes perfectos para construir un futuro mejor para México, uno que nos inserte como actores principales del Siglo 21.